Javier Fernández,
cabeza visible de la gestora del PSOE, dice a Pablo Iglesias Turrión en una
carta abierta, dada a conocer esta mañana por la prensa, que la moción de
censura a Rajoy, primero no es útil; segundo, beneficia a Rajoy; y tercero,
desvía el foco de atención. Ahora bien, la moción va dirigida a resolver la
situación creada desde la investidura del gobierno monocolor del PP en minoría,
en la que han sido constantes la obstrucción parlamentaria a las iniciativas
opositoras y el intento de taponar el escándalo de los casos desbordados de
corrupción, que afectan a la gestión política del PP en diversos ámbitos, mediante
el sometimiento forzado de los fiscales a disciplina inglesa (látigo de nueve
colas, para entendernos).
De qué modo una
moción de censura compartida por las fuerzas de oposición y dirigida a poner
remedio a esa situación asfixiante pueda no ser útil, no alcanzo a concebirlo;
por qué beneficiaría a Rajoy, me resulta un misterio insoluble; y hacia dónde se
quiere desviar el foco de atención, o cuál es el foco de atención alternativo
que resulta prioritario para la política en este momento, me es imposible
adivinarlo. Por tanto, me siento concernido por la coletilla final de don
Javier a don Pablo: «Si todavía no lo has entendido no creo que lo vayas a entender.»
Pues no creo que, por mi parte, yo lo
vaya a entender, la verdad. Tampoco se me ocurre cómo va a remediar el PSOE la actual
sangría de votos en todos los frentes, a partir de la línea política subterránea
que sigue desde que don Javier se ha puesto al mando de una comisión gestora improvisada
después de aquella bronca monumental que tuvo lugar precisamente en torno a la
definición de una línea política. La llamo subterránea porque ningún tramo de
la línea, hasta el momento, ha aflorado a la superficie. Tampoco en el trance
de la moción de censura aparece una alternativa clara, descontado el “no es no”.
Dice don Javier a don Pablo el Joven que «en lugar de hacer de la política un
juego de apariencias, deberíamos propiciar acuerdos.» Pero de un lado, no
parece mostrar ninguna prisa en “propiciar acuerdos”. Y de otro, el primer
acuerdo hacedero sería precisamente en torno a la moción de censura, siquiera
para encarrilarla de forma adecuada en el caso de que en Ferraz les parezca que
urge colocar el foco de atención en otro lugar. Por lo demás, el “juego de
apariencias” que está difundiendo a su alrededor el actual núcleo socialista es
el del secretismo y el ensimismamiento. Ninguna relación con lo que, a juicio
del electorado, sería exigible a una institución tan arraigada.
No sé don Pablo,
pero yo desde luego no lo he entendido todavía, y no creo que lo vaya a
entender.