jueves, 18 de mayo de 2017

GRAMSCI FÜR EWIG


Imposible cualquier pretensión de originalidad cuando se escribe sobre Antonio Gramsci. Todo está ya dicho, repetido, controvertido, refutado y recuperado de una u otra manera. Varias veces, además. Es, por tanto, con ánimo ligero como me dispongo a discurrir sobre el goethiano für ewig (“para siempre”, “para la eternidad”) que Nino repitió varias veces en su celebérrima carta a Tatiana Schucht desde la cárcel de San Vittore de Milán, con fecha 19.3.1927 (ver en págs. 223-226 de la Antología preparada y traducida por Manuel Sacristán, Siglo XXI Editores, 1970).
Nino afrontaba una condena dura, prácticamente de por vida. El fiscal del Tribunal especial fascista que lo juzgó, Michele Isgrò – un nombre propio para la historia universal de la infamia –, había afirmado: «Debemos impedir a este cerebro funcionar durante los próximos veinte años.»
Nino tenía planes muy distintos a los de Isgrò. Se los contó a su cuñada con una punta de ironía («Esta carta mía, querida Tania, va a ponerte los pelos de punta»). Era, aparte el cariño y la confianza en “el buen juicio y el fundamento de las opiniones” de Tania, un recurso para estimularse a sí mismo, porque, como comentará en otro lugar, su espíritu es “dialógico o dialéctico” y le es imposible elucubrar en el vacío, necesita una contraparte que le escuche y le rectifique de ser necesario: «Has de saber que escribir es para mí el sucedáneo de la conversación: cuando te escribo me parece verdaderamente estar hablándote…»
Este es el plan que expuso Nino a Tania, lo que adivinaba que iba “a ponerle los pelos de punta”: «Estoy obsesionado (fenómeno, supongo, característico de los presos) por la siguiente idea: que habría que hacer algo für ewig, según una compleja concepción de Goethe que, según recuerdo, atormentó mucho a nuestro Pascoli. En suma, querría ocuparme intensa y sistemáticamente, siguiendo un plan previo, de algún tema que me absorbiera y centralizara mi vida interior. He pensado hasta ahora en cuatro temas, y ya eso es un indicio de que no consigo concentrarme…»
El profesor Sacristán advierte en una nota sobre el carácter irónico del für ewig y sobre los tormentos de Pascoli al respecto. Lo asumo, porque además Gramsci no es nunca grandilocuente ni retórico; es, muy al contrario, un sardo de pies a cabeza, que se expresa "desde el pesimismo de la inteligencia", con sequedad y concisión objetiva. Pero la cautela introducida por el traductor no desvirtúa el hecho de que Gramsci no se está proponiendo incidir sobre la situación política concreta de su país, sino trascenderla en un estudio de tipo más general; no va a razonar en contra del fascismo, ni siquiera por elevación, sino a incluirlo como referencia de un ámbito en el que la sociedad, sus formas de organización y sus leyes intrínsecas van a pasar al primer plano.

Como prueba de lo anterior, estos son los cuatro temas en cuestión: 1, la continuación del ensayo interrumpido por su detención sobre la “quistione meridionale”, a fin de profundizar en la “formación del espíritu público” en Italia en el XIX, y en el papel desempeñado por los intelectuales; 2, un estudio de lingüística comparada, desde el punto de vista de los neolingüistas contra los neogramáticos; 3, un estudio del teatro de Pirandello, y 4, un ensayo acerca de la novela de folletón por entregas.


La elección de los temas resulta disparatada a primera vista, y sin embargo Nino encuentra un lazo de unión entre ellos: «En el fondo, si bien se observa, hay homogeneidad entre estos cuatro temas: el espíritu popular creador, en sus diversas fases y grados de desarrollo, está en el fundamento de todos en la misma medida.»
Este plan inicial, “desinteresado” y für ewig, según insiste (con tanta carga de ironía como se quiera) en varios pasajes de la carta, se plasmó en 32 cuadernos escritos a mano durante seis años, entre el 8 de febrero de 1929 y algún momento de 1935 en el que la consunción de su cuerpo, las enfermedades, los dolores y el insomnio acabaron por hacer imposible el esfuerzo diario. En total llenó 2.848 páginas, que corresponderían a unos 4.000 folios mecanografiados. Todo ese volumen de escritura tenía un carácter forzosamente provisional. El preso 7047 de la cárcel de Turi utilizó a fondo las lecturas escasas y diversas a las que pudo tener acceso en prisión, pero se limitó a esbozar sus tesis «a grandes rasgos, dada la imposibilidad absoluta de disponer de la mole inmensa de material que sería necesaria», según comenta en la misma carta a Tania.
De los Cuadernos emerge, sin embargo, una concepción original y consistente de la praxis política, de la filosofía que la sostiene, y de los elementos estructurales y sociales que deben secundarla de forma imprescindible. Una concepción für ewig, dicho sea sin énfasis pero en verdad. De ahí que resulte un comistrajo incomible la pretensión, organizada desde sectores académicos, de “datar” a Gramsci y reducir su significación como pensador al marco histórico de la lucha antifascista.