En abril de 1965, y
como presentación de algunos poemas propios en una antología de poesía social
preparada por Leopoldo de Luis, Ángel González (Oviedo, 1925 – Madrid, 2008)
defendía la poesía social de la acusación de “mala poesía”, con las
siguientes palabras: «Más que posible, esa poesía me parece inevitable.»
Hoy cedo al poeta
las páginas de mi bitácora. Que el lector juzgue por sí mismo si la composición
siguiente, datada en los primeros años sesenta, ha fracasado en el intento de superar la barrera del tiempo, o si por el contrario sigue siendo de actualidad
rabiosa. Si es “mala poesía”, o poesía inevitable.
ALOCUCIÓN A LAS
VEINTITRÉS
Ciudadanos
perfectos a estas horas,
Honorables cabezas
de familia
Que lleváis a los
labios vuestra servilleta
Antes de pronunciar
las palabras rituales
En acción de
gracias por la abundante cena:
Vuestra responsabilidad
de sólidos pilares
De la civilización
y de Occidente,
Del consumo de
bicarbonato sódico
Y del paternalismo
hacia la servidumbre,
Exige de vuestra
parte
Cierta ignorancia
de hechos también ciertos,
Un esfuerzo final
en bien de todos,
La tozuda
incomprensión de algunas realidades,
La fe más
meritoria, en resumen,
Que consiste
En no creer en lo
evidente.
Yo podría jurar que
la tierra está fija
– ya lo juré otras
veces –
Y que el sol gira
en torno a ella;
Yo podría negar que
la sangre circula
– lo seguiré
negando, si hace falta –
Por las venas del
hombre; yo podría
Quemar vivo a quien
diga lo contrario
– lo estoy quemando
ahora –.
No es que sean
importantes los asuntos
Objeto de polémica:
Lo importante es la
rígida
Firmeza en el
error.
Pues las mentiras
viejas se convierten
En materia de fe,
Y de esa forma
Quien ose
discutirnos
Debe afrontar la
acusación de impío.
Con esto,
Y una buena cosecha
de limones,
Y la ayuda
impagable de nuestros coaligados,
Podemos esperar
algunos lustros
De paz como esta de
hoy,
En una noche
Semejante a esta de
hoy,
Tras una cena
Lo mismo que esta
de hoy.
Tal como siempre,
pues, pedid conmigo:
Más fe, mucha más
fe. Que en cierto modo,
Creer con fuerza
tal lo que no vimos
Nos invita a negar
lo que miramos.