Lector paciente,
puedes saltarte sin escrúpulo el post de hoy, no aprenderás nada de provecho. Estas
breves pero sentidas líneas están dedicadas al duque de Edimburgo, una de las
personalidades punteras del otium cum
dignitate a nivel planetario, y que a sus 96 años, a partir del mes de setiembre
próximo, se desembarazará de forma definitiva de las numerosísimas obligaciones
protocolarias que invaden su agenda. Felipe de Battenberg (Mountbatten en su
versión inglesa) se retira de la vida pública. ¿En qué consistía su vida
pública? Él mismo la ha definido así: «Soy el descubridor de placas más
experimentado del mundo.» Allí donde había una placa, o una lápida, o un
monumento conmemorativo en tres dimensiones por descubrir, en todo el ámbito de
la Commonwealth, allí era requerido el Duque para llevar a cabo la faena con
pulcritud y precisión. Lo ha hecho, según una estadística rigurosa, 22.191
veces desde 1952. De aquí a finales de agosto aún podrá añadir algunas unidades
más a su portentoso récord. Con dedicación, tiene a su alcance una cifra
preciosa: 22.222, los cinco patitos en fila.
En sus prolongados
descansos en Balmoral, y en algunos actos públicos de raigambre tradicional escocesa, al
Duque le gusta lucir el kilt, esa faldilla a cuadros de colorines. Desde
Braveheart, nadie como Felipe había lucido el kilt escocés con sobria elegancia y al
mismo tiempo con una potente sugestión de virilidad sublimada. Es un portento.
Su señora, la reina Elizabeth, ha dicho de él: «Es mi roca, ha sido mi fuerza y
mi sostén», palabras que deberían constar en su epitafio cuando, vete a saber
dentro de cuántos años, acabe por sucumbir al destino común de los humanos.
Mientras llega ese
momento, podrá pasar buenos ratos de charla menuda y esparcimiento alcohólico en el aristocrático
barrio londinense de Mayfair, como adorno destacado de la barra del bar del muy exclusivo Club
de los Zánganos, institución debida a la pluma de P.G. Wodehouse. Freddie
Widgeon, el hombre que tuvo diez mil novias y fue abandonado por las diez mil
antes de llegar al altar, había sido hasta ahora el miembro más distinguido del
club. El Duque podría ser su patrón honorario.