La elección de Emmanuel
Macron ha sido excelente, a la vista de cuál era la alternativa. Se ha apostado
por un futuro – aun incierto –, que será necesario ir perfilando poco a poco,
con avances y previsibles retrocesos, para darle concreción y sentido. Le Pen
significaba, por el contrario, la negación de cualquier futuro. Así de simple. Podemos
visualizar un panorama aproximado de lo que habría sido su presidencia, gracias a Trump:
retrocesos en los derechos individuales, en las prestaciones sociales,
construcción de nuevos muros y barreras y guetos, ascenso en espiral de la
intolerancia y del odio, posverdad como norma en la información oficial. El
Gran Hermano de Orwell, no como una pesadilla del colectivismo sino como opción
deliberada de un individualismo ultra agresivo.
Estamos entonces de
enhorabuena. Pero sigue pendiente la tarea de dar sentido a un futuro al que se
ha apuntado una mayoría holgada. Será un trabajo arduo, porque son muchas las
personas que tienen la sensación de haberlo perdido todo: personas que carecen
de medios de subsistencia, de cultura, de trabajo digno de ese nombre, de
protección social, y de derechos significativos que no sean el del voto, que
ejercen como una venganza personal contra un entorno hostil.
Este es el análisis
de Loretta Napoleoni (en “bez”) sobre ellos: «Dos
son las reacciones más comunes entre estas personas sin derechos: ira y
desesperación. Un estudio realizado en Estados Unidos entre 1998 y 2013 por
Anne Case y Angus Deaton, con una muestra de trabajadores de diferentes edades,
ha registrado un aumento de los suicidios y las muertes por abuso de alcohol y
antidepresivos en edades comprendidas entre 45 y 54 años. Los porcentajes son
tan altos que llegan a poner en peligro la tendencia al alza en la esperanza de
vida en los Estados Unidos. La mayoría de esos trabajadores consumidos por
la ira son los que votaron a favor de Donald Trump y del Brexit en Reino Unido.»
Le Pen ha tenido 11
millones de votos en Francia. Trump tuvo los de 63 millones de estadounidenses.
Votaron a favor del Brexit 17,4 millones de británicos. Estamos hablando del
centro del centro; de la elite de los países occidentales avanzados. Son
sociedades duales, que juntan en su interior la prosperidad más alta y la
desesperación más negra; esta última no en términos absolutos, pero sí
relativos, porque los perdedores de la globalización ven pasar la afluencia todos
los días por la otra acera, y se les niegan los medios de cruzar la calle.
Dar sentido al
futuro de personas que han perdido la noción misma de un futuro: una tarea para
las izquierdas y para los centros-izquierda, para el plantel variopinto de
ideas que se inspiran en el progreso como un valor colectivo.