viernes, 12 de mayo de 2017

PASCUAS ANTES DE RAMOS


Lo malo del procès catalán es que, al alargarse tanto todos los prolegómenos inexcusables, la hoja de ruta resulta confusa y el calendario se enreda en demasía. Se pierde la perspectiva sobre lo que va primero y lo que viene luego. De alguna forma estamos probando las hieles de un Estado soberano antes que las mieles.
El parlament aprobó la creación de una comisión para investigar los entresijos de la Hacienda catalana después de que el juez Vidal afirmara de forma pública y repetida que esta ya tiene todos los instrumentos para funcionar a pleno rendimiento, y que no se le escapará ningún contribuyente por las rendijas.
Esta afirmación en sí misma ya era una muestra del mal mencionado arriba. La voluntad de conducir a su pueblo a Ítaca por parte del grupo político que ocupa la mayoría en un parlamento meramente autonómico, es ciertamente muy firme. De acuerdo, pero ocuparse de la forma de llenar las huchas antes que de la de llenar las urnas no deja de ser un procedimiento extemporáneo y abusivo. Cualquier hoja de ruta bien confeccionada dirá que las cosas deben hacerse al revés. Primero, preguntar educadamente, “¿quiere usted, señora/caballero, tener un Estado independiente?” Y solo después de una respuesta positiva claramente mayoritaria, no diré en qué porcentaje para no pillarme los dedos porque sobre eso están divididas las opiniones de los doctores de la iglesia, solo después, subrayo, presentar la factura: “Pues esto es lo que le toca pagar. Póngase en la cola para pasar por caja.”
Nuestro conseller de Hacienda se apresuró a decir que las afirmaciones del juez Vidal no eran ciertas, que fabulaba. Mejor. Pero luego el cantante Llach, que sucedió a Vidal en las tareas de adoctrinamiento a los fieles sobre las bendiciones que nos esperan, ha advertido de que los funcionarios del Estado español en Catalunya que se nieguen a aplicar la desconexión serán represaliados. Se ha armado un segundo escándalo. El escándalo no está tanto en las palabras de Llach en sí mismas, al parecer, como en el hecho de que la prensa, con desafecto notorio hacia la causa, las haya dado a los cuatro vientos, en lugar de disimular y mirar a otra parte como estaba mandado.
Y ahora, un rodillo parlamentario bien engrasado ha denegado la asistencia ante la comisión de ninguno de los llamados por los partidos a dar explicaciones. Ninguno, repito. Ni tan siquiera el mismísimo juez Vidal.
Mi enhorabuena a los muñidores de la mayoría por esta perfecta interpretación coral de la vieja práctica parlamentaria del rodillo. Estamos a la altura de los primeros países de Europa en triquiñuelas obstruccionistas.
Solo que no tocaba. Una vez más, los sueños de soberanismo de nuestras/os próceres han degenerado en semenfotismo, que no es lo mismo, y les han llevado a celebrar la Pascua de Resurrección antes de la fiesta de los Ramos.
Nos hemos quedado nosotros sin comisión, y ellos sin credibilidad.