Son los tres adjetivos
con los que don Ramón del Valle-Inclán definía al marqués de Bradomín, salvo
que él puso “católico” en lugar de “monárquico”. La diferencia es escasa, los
monárquicos suelen ser católicos y el acento sigue siendo esdrújulo; pero el segundo
calificativo me parece que define de forma más certera a ABC, la cabecera decana
de nuestra prensa diaria. ABC es en realidad las cuatro cosas: católico,
monárquico, sentimental y francamente feo.
Ayer mismo, día 1
de Mayo (no confundir con el Primero de Mayo, que es cosa muy distinta como ha
explicado en su blog José Luis López Bulla), ABC colocó en su portada a Susana
Díaz, en una fotografía de cuerpo entero, caminando sonriente y solitaria por una
calle de Hinojos, Huelva. Acompañaba a la imagen un mapa de España en el que aparecían
coloreadas en rojo las autonomías favorables a Díaz en las primarias inminentes
(todas, desde Madrid hacia abajo); en negro el territorio de Patxi López
(Euskadi y gracias), y en rosa el de Pedro Sánchez (Cataluña). El resto del
territorio, de un tono gris perla, era calificado de “indefinido”. En el breve texto
se afirmaba que Díaz espera superar a Sánchez en más de 20.000 votos.
No se dedica ninguna
alabanza a Díaz, si bien el hecho de ocupar la portada de forma tan rotunda, y
sin que se añada ninguna descalificación, es en sí misma una entronización,
dadas las características del medio en el que aparece. Se deja al lector sacar
las conclusiones por sí mismo. Susana va vestida de negro, con zapatos también
negros de tacón, medias oscuras y una chaquetilla blanca, corta. Sin
guardaespaldas, sin ningún acompañante visible. Detrás de ella solo se divisan un coche
aparcado, un par de faroles y un señor mayor que mira a la lideresa de lejos y tapa
a medias uno de los faroles.
El mensaje es
sibilino a menos que teoricemos, con McLuhan, que el medio es en sí mismo el
mensaje. Me arriesgaría a sostener que ABC está indicando que preferiría la
victoria de Díaz a la de Sánchez, descontado de antemano el outsider López.
Yendo algo más allá, se puede defender la idea de que el socialismo propugnado
por Díaz le resulta más simpático, o más adecuado, que el de su rival, al órgano
de la derechona monárquica.
Pero este último
extremo no está respaldado por pruebas inequívocas. Ni Díaz ha manifestado hasta
ahora preferencias por una coalición con la gran derecha (ella lo único que
quiere es “ganar”), ni, a la inversa, la gran derecha ha avanzado ninguna
propuesta en ese sentido. A un Mariano Rajoy en minoría parlamentaria le basta
por el momento con vetar cualquier proposición de ley que venga de las filas
opositoras, sin hacer distingos entre ellas; y con descabezar fiscales ariscos
cuando desobedecen las órdenes perentorias de tapar con tapujos a la medida la
corrupción que aflora.
Habrá que esperar,
entonces, para saber si la portada de ABC obedece simplemente a una efusión
primaveral, dado que el órgano de prensa es, como se ha avanzado, sentimental (además
de feo y monárquico); o bien si, tal como algunos tuits han voceado ya sin
pruebas, habría en efecto un por qué paladino detrás de tanto enigma.