domingo, 5 de agosto de 2018

RUN FOR YOUR LIFE (Corre por tu vida)


Arriba tienen la imagen de una muchachita en apuros. Está corriendo por su vida, con pocas probabilidades de éxito. La pieza escultórica fue desenterrada en las excavaciones del santuario de Eleusis (Ática, Grecia). Posiblemente formara parte del frontal de un templo menor; posiblemente se trate de Perséfone, ninfa de la primavera, sexualmente acosada por Hades (el Plutón romano), que quiere llevársela a su reino del inframundo y tenerla allí encerrada para gozarla en exclusiva.
Sobre Eleusis y sus circunstancias escribí un post hace ya algunos años (1). La muchacha que corre por su vida puede ser el símbolo de tantas cosas, ahora mismo, en un mundo caracterizado por la depredación. Depredación de la naturaleza y de género, que vienen a reducirse a lo mismo, a la destrucción de bienes preciosos para una convivencia en armonía, frágil y prácticamente irrecuperable una vez perdida. Depredación del trabajo, de otro lado, que representa un paso más allá en la explotación, porque se trata de una explotación indecente, despectiva, sin miramientos, desatenta incluso a aquella ley de bronce del salario que lo situaba en el punto mínimo en que aún posibilitaba cubrir la tasa de reproducción.
Crece la indigencia en un mundo abonado al despilfarro. Crecen las tasas de suicidios y de sobredosis, y muere de forma masiva gente en incendios provocados, en secuestros organizados, en atentados servidos por ideologías brumosas, en accidentes de tráfico mal prevenidos, en naufragios de pateras dirigiéndose hacia paraísos dudosos, en golpes de calor consecuencia de un cambio climático desatendido. La hostilidad hacia la naturaleza nos devuelve una naturaleza más hostil hacia la humanidad. Delante de las fuerzas destructivas que pretenden engullirnos, cada vez nos es más forzoso correr, correr por nuestra vida.