miércoles, 7 de noviembre de 2018

LA BANCA SIEMPRE GANA


Encajó un gol temprano, pero se rehízo con épica y con estilo, y consiguió al final del encuentro un marcador favorable: 15-13.
La Banca es imbatible. No hay color.
Algunos ponen el grito en el cielo y aseguran que, con esta rectificación de una sentencia propia, nuestro Tribunal Supremo ha rodado hasta el fondo del precipicio.
Yo entiendo las cosas de otra manera. Si precipicio había, el Supremo ─la fracción mayoritaria del Supremo─ ya estaba en el fondo de él desde mucho antes. No ha cambiado, antes bien ha ratificado, la doctrina jurisprudencial tradicional, a partir del viejo axioma de que “La Banca siempre lleva la razón”. Hacía ya más de veinte años que el cliente pagaba el impuesto de su hipoteca, y lo seguirá pagando igual que antes. El empeño del alto tribunal se ha dirigido tan solo a corregir con severidad una pequeña perturbación debida a los pujos igualitaristas de una minoría de magistrados.
No nos rasguemos las vestiduras, sobre todo quienes carecemos de recursos para costearnos un traje nuevo. Celebremos más bien que haya habido “tanta” minoría en este caso, y honremos como se merecen a los trece disidentes. Ellos nos representan y nos salvaguardan. No han podido imponer su criterio esta vez, y lo lamentamos con ellos y junto a ellos; pero sí han demostrado la existencia de una alternativa razonable, compasiva, humana, que no había sido introducida (¿por error?) en los inputs que alimentan los algoritmos del big data de los instrumentos financieros.
La Historia no se acaba hoy.