Esto es que Jordi
Évole preguntó en un programa a cinco presidentes autonómicos cómo definirían
España (en adelante E., para ahorrar caracteres). Ellos contestaron cosas
razonables, pero Teodoro García Egea, secretario general del Partido Popular a
quien nadie había preguntado, se descolgó en la red con una “definición” de E.
obtenida por acumulación de ripios infumables que oscilan entre la banalidad y
el cutrerío.
Ni siquiera eran
suyos, el autor de las coplas es don José Luis Santiago de Merás, coronel de la
escala de complemento de Ferrocarriles y franquista acrisolado además de
patriota.
Renuncio a darles
un extracto de lo que es E. según el tándem Santiago de Merás/García Egea. Voy
a hacer algo mejor, proporcionarles un poema B calcado en el estilo del
anterior. Puestos a hacer el ridículo en público, considero preferible hacerlo
con versos genuinamente propios que adornarse con plumas de ave del paraíso
ajenas.
Ahí va:
E. es la cerveza de aperitivo más dos de gambas
E. es la fabada con su morcilla que a mí me encanta
E. es el regüeldo que se me sube por la papada
E. es aquel pub y el taburete junto a la barra
E. a fin de mes son esos sobres que me da Bárcenas
E. es ese moco que cuelga y baila bajo mi napia
E. es la patera con africanos en nuestra playa
E. es el orinal donde yo meo de madrugada.
No es mi intención faltar al respeto debido a la
patria, pero desde la consideración de que algunos entienden por tal cosa el
cielo azul que ven por la ventana o un pan de hogaza, no me queda más remedio
que recurrir a la desmitificación y cortar por lo sano. Pido de antemano excusas
si alguien se lo toma a mal. Lo que pretendo con este sencillo expediente, es revelar
en toda su crudeza la nadería de fondo de los ripios perpetrados por don José
Luis y citados con alevosía impune por don Teodoro; a ellos, los dos inmarcesibles,
dedico con emoción este sentido desahogo poético.
(No me culpen a mí, fueron ellos quienes empezaron.)