Jordi Amat pone el
dedo en una de las numerosas llagas que nos afligen, en un artículo de opinión
en lavanguardia, “La bandera de Madrid” (1).
Vistas las cosas en ultimísimo término, no se
trata tanto de Madrid en sí como del modelo de crecimiento económico del país.
Si se atiende a los datos macroeconómicos, ese crecimiento puede parecer
adecuado. Si ahondamos en los entresijos del mapa regional y comarcal, en la
distribución geográfica de las rentas y en las expectativas de futuro de una
porción cada vez mayor del territorio que se caracteriza como “vacío” (antes se
despoblaban los ámbitos rurales, ahora pierden población también las cabeceras
de comarca y de provincia), se perciben los efectos perversos del modelo de
éxito inspirado en la Comunidad de Madrid, tal como lo ha caracterizado Isabel
Díaz Ayuso en su toma de posesión: «Bajando impuestos –incluso
en los momentos de crisis–, se ha conseguido que Madrid esté a la cabeza de
todos los índices macroeconómicos, y que se convierta en la locomotora de
España.»
La primera afirmación es cierta, Madrid está a la cabeza
de todos los índices macroeconómicos. La segunda, no: Madrid no se comporta como locomotora, sino como
aspiradora de los recursos económicos de España.
No son solo los
efectos del dumping fiscal, que algunos expertos niegan con reiteración (suelen
ser los mismos expertos que alaban el emprendimiento autónomo y el dinamismo de
las startups; que consideran una rémora la actividad de los sindicatos; que
critican la “demonización” del diesel y esgrimen estudios que demuestran que el
patinete eléctrico poluciona más que un autocamión; los lobbys financieros
siempre encuentran un experto a sueldo para convencernos de cualquier cosa); es la
senda anchurosa y florida de los negocios boyantes amparados por una política económica
que ha hecho de las puertas giratorias su icono preferido.
Mi corazón no
sangra por la cuenta de resultados de los empresarios catalanes, o vascos, o
valencianos. Ni siquiera soy adepto al mantra “Madrid nos roba”. Pero me parece
sintomático que un dirigente socialista insista, en los momentos actuales y con
las perspectivas existentes, en las bondades del “modelo Madrid” para el futuro
desarrollo económico. He posteado sobre la cuestión antes y después del
artículo de Álvaro Frutos en Nueva Tribuna (2).
Las izquierdas madrileñas, que en
las últimas elecciones nos dieron a todos una lección inolvidable de “no saber
hacer”, siguen convencidas de que su posición relativa en la jerarquía de valores
del conjunto nacional sigue siendo tan cómodamente privilegiada como lo ha sido
durante los últimos dieciséis años en los que, como señala Ayuso, Madrid no ha
parado de bajarse los impuestos ni de ganar posiciones en el ranking nacional de
la renta per cápita.
(2) Ver http://vamosapollas.blogspot.com/2019/06/nuevas-dinamicas-para-cuando-no-todo.html
y http://vamosapollas.blogspot.com/2019/08/a-la-busqueda-de-nuevas-bitacoras.html