domingo, 25 de agosto de 2019

MADRID, MODELO Y BANDERA


Jordi Amat pone el dedo en una de las numerosas llagas que nos afligen, en un artículo de opinión en lavanguardia, “La bandera de Madrid” (1).

Vistas las cosas en ultimísimo término, no se trata tanto de Madrid en sí como del modelo de crecimiento económico del país. Si se atiende a los datos macroeconómicos, ese crecimiento puede parecer adecuado. Si ahondamos en los entresijos del mapa regional y comarcal, en la distribución geográfica de las rentas y en las expectativas de futuro de una porción cada vez mayor del territorio que se caracteriza como “vacío” (antes se despoblaban los ámbitos rurales, ahora pierden población también las cabeceras de comarca y de provincia), se perciben los efectos perversos del modelo de éxito inspirado en la Comunidad de Madrid, tal como lo ha caracterizado Isabel Díaz Ayuso en su toma de posesión: «Bajando impuestos –incluso en los momentos de crisis–, se ha conseguido que Madrid esté a la cabeza de todos los índices macroeconómicos, y que se convierta en la locomotora de España.»

La primera afirmación es cierta, Madrid está a la cabeza de todos los índices macroeconómicos. La segunda, no: Madrid no se comporta como locomotora, sino como aspiradora de los recursos económicos de España.

No son solo los efectos del dumping fiscal, que algunos expertos niegan con reiteración (suelen ser los mismos expertos que alaban el emprendimiento autónomo y el dinamismo de las startups; que consideran una rémora la actividad de los sindicatos; que critican la “demonización” del diesel y esgrimen estudios que demuestran que el patinete eléctrico poluciona más que un autocamión; los lobbys financieros siempre encuentran un experto a sueldo para convencernos de cualquier cosa); es la senda anchurosa y florida de los negocios boyantes amparados por una política económica que ha hecho de las puertas giratorias su icono preferido.

Mi corazón no sangra por la cuenta de resultados de los empresarios catalanes, o vascos, o valencianos. Ni siquiera soy adepto al mantra “Madrid nos roba”. Pero me parece sintomático que un dirigente socialista insista, en los momentos actuales y con las perspectivas existentes, en las bondades del “modelo Madrid” para el futuro desarrollo económico. He posteado sobre la cuestión antes y después del artículo de Álvaro Frutos en Nueva Tribuna (2). 

Las izquierdas madrileñas, que en las últimas elecciones nos dieron a todos una lección inolvidable de “no saber hacer”, siguen convencidas de que su posición relativa en la jerarquía de valores del conjunto nacional sigue siendo tan cómodamente privilegiada como lo ha sido durante los últimos dieciséis años en los que, como señala Ayuso, Madrid no ha parado de bajarse los impuestos ni de ganar posiciones en el ranking nacional de la renta per cápita.