La declaración
institucional sobre los incendios de Gran Canaria elaborada por la Comisión
Permanente del Senado de España incluía una mención al cambio climático como
una de las causas que coadyuvan a la siniestralidad, y Vox no ha querido pasar
por ahí.
El senador
Francisco José Alcaraz ha retirado su visto bueno, de modo que no habrá
declaración institucional. El cambio climático, ha dicho el senador, no tiene
nada que ver con los incendios. Apurando el argumento, no tiene nada que ver
con nada. No existe, es un relato progre, un subterfugio.
Otra cosa ─ lo imagino, reconozco que no tengo pruebas al respecto ─ habría sido que la
declaración señalase la justa ira de Yaveh como la causa eficiente de las
catástrofes naturales que nos afligen, y alertara al pueblo sencillo contra los
sofismas de los impíos y los idólatras. Es posible que una afirmación de ese
género fuese del gusto de Vox. Ahí se señala con crudeza la raíz del problema, en
lugar de andarse con eufemismos tales como “cambio climático”.
¿Fue el cambio
climático lo que provocó los aguaceros de Arganda y de Rivas-Vaciamadrid? ¿Qué
cambio es ese, dirá Vox, si en el segundo capítulo del Génesis aparece ya un
diluvio universal?
Los diluvios
actuales están en la línea de la gran historia de las catástrofes. Los progres
lo llaman “gota fría”, allá ellos. Los envenenamientos masivos también ocurren
desde siempre, colocarles la etiqueta de “listeriosis” no es sino otro
eufemismo que no explica nada. Lo dice el gerente de la empresa cárnica Magrudis: “No comprendo lo
que ha podido pasar, nosotros siempre hemos cumplido con la legalidad”.
Ahora mismo, y
mirando las cosas desde el punto de vista de Vox, solo tenemos a nuestro
alcance dos opciones. La primera es construir un arca para salvar al menos a un
mínimo de la humanidad y de la biodiversidad. El arca será de maderas resinosas
y de cañizo calafateado con esmero. Tendrá trescientos codos de longitud, cincuenta
codos de anchura y treinta codos de altura. Llevará una cubierta impermeable,
se practicará una puerta en un costado y tendrá un total de tres pisos. Cuando
Yaveh dé el aviso pertinente, se llenará el arca procurando que no se cuele
dentro ningún migrante, y se pondrá diligentemente rumbo al monte Ararat.
La segunda opción
es ir a nuevas elecciones generales en el mes de noviembre. Tiene la ventaja de
ser más fácil y no reclamar preparativos costosos; y el inconveniente de que no
garantiza nada. Puede salir bien, salir mal o no salir de ninguna manera. En
este último caso sería necesario esperar a que el fuego del cielo arrasara no
solo el parque de Tamadaba y las cumbres canarias sino que se alargara hasta Sodoma,
Gomorra y las demás ciudades de la llanura, sin olvidar entre ellas bajo ningún
concepto a Barcelona.