Oso cavernario. Pintura
rupestre de la cueva de Chauvet, Francia (tomado de El País)
Nuevos estudios del
genoma inserto en los restos de osos cavernarios hallados en refugios paleolíticos de
varios lugares de Europa, realizados por un equipo de la Universidad de
Zurich dirigido por la genetista Verena Schünemann, sugieren que la especie no
se extinguió debido a una glaciación, como se creía hasta ahora.
Cinco mil años
antes de que llegara la glaciación, los osos cavernarios prácticamente estaban
desaparecidos. La causa de la catástrofe se debió con toda probabilidad a la
aparición en Europa de una nueva especie invasora, los Sapiens sapiens. Manuel
Ansede, en elpais, titula de forma truculenta: «Los humanos apuntillaron a la
bestia de una tonelada.»
Los osos habían
convivido pacíficamente con los neandertales a lo largo de muchos siglos. “Pacíficamente”,
es un decir. Un día un oso se comía a un neandertal; otro día, en justa
reciprocidad, una tribu neandertal se comía a un oso. Hoy por ti mañana por mí,
pero el caso es que el equilibrio ecológico se mantenía.
No fue el caso con
los Sapiens sapiens, popularmente conocidos como los cromañones. Los osos
cavernarios estaban muy apegados a su hábitat, las cavernas. Los cromañones
querían sí o sí esas confortables cavernas para su disfrute exclusivo. Los osos
fueron desahuciados. Posiblemente alguno de ellos se excedió en la protesta y
se comió a uno o dos cromañones. Nada que no pudiera solucionarse con un poco
de buena voluntad, pero los cromañones sintieron que aquello ofendía su
espíritu nacional y reaccionaron tomando represalias a gran escala.
Una cosa llevó a la
otra, mucho antes de que llegara el cambio climático, o sea la glaciación. En
la batalla por la supervivencia, ganada por goleada por los Sapiens sapiens, no
solo perecieron los osos cavernarios sino los mamuts, los rinocerontes lanudos,
los tigres dientes de sable y… los neandertales. Por consiguiente, primero fue
la hecatombe, que afectó incluso a los llamémosles primos hermanos de la especie dominante; y solo después, la catástrofe climática.
Hoy la economía neoliberal, la
globalización financiera y la nueva ciencia política se esfuerzan en que las
cosas ocurran exactamente del mismo modo que hace 35.000 años: primero ha de
venir la extinción forzada de las especies con ADN de rango inferior, que han
sido expulsadas de sus hábitats y lanzadas a la intemperie, en ocasiones cruzando
el mar en patera o, excepcionalmente, en Open Arms. La catástrofe climática ya
llegará y se afrontará después, cuando el tablero de juego esté más despejado.