Crónicas desde la Contigüidad del Cosmos
Porche de entrada al
restaurante La Contigüidad del Cosmos, de Poldemarx.
Hice un serio
esfuerzo para reconciliar a las dos lideresas (1), en pro de una Europa mejor y de
un futuro más amable. Pero todo lo que podía ir mal fue mal desde el principio.
Para empezar, Lagarde se negó a aceptar la devolución de su joyero.
─ Ah no, he puesto
este asunto en manos de la gendarmerie.
─ Pero el joyero ha
sido recuperado, puede tenerlo en sus manos en pocas horas y sin engorrosos
trámites burocráticos.
─ Yo la vi, Pacó,
la vi me choriser le Vuitton en el hall del hotel de Davos, a point de marche
después del G8. Y quiero dar a esa rústica pomerana una lección que no
olvidará.
─ Es la mujer más
poderosa del mundo según Forbes, Christine, por undécimo año consecutivo.
─ Justement. Voy a
demostrar quién es quién en realité.
─ Reconcíliese con
ella, Christine. Hágalo por la Europa unida.
─ Ja, ja, ja. ¿Qué
Europa, Pacó? ¿Salvini, Le Pen, Orbán, Zelenski? Mersí bien.
─ Pero Angela se
opone a todos ellos…
─ De boquilla. Hace
falta un presidente fuerte y corajoso para la Unión.
─ Y usted propone…
─ Yanis.
─ ¿Yanis? ¿Qué Yanis?
─ Varoufakis, evidemment.
Empecé a desenredar
el fondo espinoso de la cuestión pendiente entre las dos damas. A Merkel le dan
temblores histéricos cada vez que oye hablar de Varoufakis. Es hija de un
pastor protestante y se crió en las convenciones minúsculas de una pequeña
ciudad de Pomerania, antes de iniciarse en la política afiliándose a la
Juventud Libre Alemana, comunista. Para ella Varoufakis es unos días el
demonio, y otros la enfermedad infantil del izquierdismo. Todo lo contrario de
la desenvuelta Madame Lagarte, siempre dispuesta a coquetear con el capricho y
a moverse como el pez en el agua en las contradicciones de clase.
* * *
Conseguí que
Christine accediera finalmente a tener una entrevista con Angela en la
intimidad protegida por la radiación geomagnética del tómbolo de Poldemarx.
Pero entonces se produjo una segunda dificultad. Ella quería viajar en su
limusina oficial. Si no lleva puestos la limusina oficial y el Chanel nº 5,
asegura, se siente desnuda. Le advertí de que no se puede llegar a La
Contigüidad del Cosmos cruzando el pueblo en coche.
─ Mi chofér es muy
habile en interpretar el GPS.
Le expliqué que la
perturbación electromagnética desorienta sin remedio los GPS, y que un compatriota
suyo que conducía un tráiler acabó empotrado en la estrecha calle del Consolat
de Mar.
─ Yo sin mi
limusina no voy a ninguna parte.
Transigió finalmente con la
idea de concertar una videoconferencia en la que Angela pediría excusas, y echaría
la culpa al groom del hotel de Davos por
haberse confundido de equipaje. Entonces Angela se negó en redondo a prestarse a lo que
llamó un “parripé”. Christine replicó diciendo que la cancillera podía quedarse
las joyas si tanto le gustaban, y hacérselas confitar. Ella, por fortuna, tenía
muchas más joyas, y otros joyeros.
Angela retrucó diciendo
que le parecía bien la propuesta, porque en ese momento no se le ocurría
ninguna idea mejor para un regalo a su asistenta, que cumplía años. Como yo era
el intermediario telefónico entre ambas, acabé por recibir los golpes más
dolorosos, y me vi emplazado desde las dos partes a practicar la sodomía pasiva,
cuantas más veces, mejor.
Quedé muy
decepcionado con aquel intento de mediación. Yo me había hecho ilusiones, si la
cosa salía bien, de intentar una gestión parecida entre Pedro Sánchez y Pablo
Iglesias, o en su defecto entre Carmen Calvo y Pablo Echenique. Pero a la vista
del resultado, he decidido pensarlo mejor.
(1) Para seguir la historia en su orden cronológico, ver https://vamosapollas.blogspot.com/2019/08/juguetes-rotos.html