viernes, 16 de agosto de 2019

RECONCILIACIÓN FALLIDA


Crónicas desde la Contigüidad del Cosmos


Porche de entrada al restaurante La Contigüidad del Cosmos, de Poldemarx.

Hice un serio esfuerzo para reconciliar a las dos lideresas (1), en pro de una Europa mejor y de un futuro más amable. Pero todo lo que podía ir mal fue mal desde el principio. Para empezar, Lagarde se negó a aceptar la devolución de su joyero.

─ Ah no, he puesto este asunto en manos de la gendarmerie.

─ Pero el joyero ha sido recuperado, puede tenerlo en sus manos en pocas horas y sin engorrosos trámites burocráticos.

─ Yo la vi, Pacó, la vi me choriser le Vuitton en el hall del hotel de Davos, a point de marche después del G8. Y quiero dar a esa rústica pomerana una lección que no olvidará.

─ Es la mujer más poderosa del mundo según Forbes, Christine, por undécimo año consecutivo.

─ Justement. Voy a demostrar quién es quién en realité.

─ Reconcíliese con ella, Christine. Hágalo por la Europa unida.

─ Ja, ja, ja. ¿Qué Europa, Pacó? ¿Salvini, Le Pen, Orbán, Zelenski? Mersí bien.

─ Pero Angela se opone a todos ellos…

─ De boquilla. Hace falta un presidente fuerte y corajoso para la Unión.

─ Y usted propone…

─ Yanis.

─ ¿Yanis? ¿Qué Yanis?

─ Varoufakis, evidemment.

Empecé a desenredar el fondo espinoso de la cuestión pendiente entre las dos damas. A Merkel le dan temblores histéricos cada vez que oye hablar de Varoufakis. Es hija de un pastor protestante y se crió en las convenciones minúsculas de una pequeña ciudad de Pomerania, antes de iniciarse en la política afiliándose a la Juventud Libre Alemana, comunista. Para ella Varoufakis es unos días el demonio, y otros la enfermedad infantil del izquierdismo. Todo lo contrario de la desenvuelta Madame Lagarte, siempre dispuesta a coquetear con el capricho y a moverse como el pez en el agua en las contradicciones de clase.

* * *

Conseguí que Christine accediera finalmente a tener una entrevista con Angela en la intimidad protegida por la radiación geomagnética del tómbolo de Poldemarx. Pero entonces se produjo una segunda dificultad. Ella quería viajar en su limusina oficial. Si no lleva puestos la limusina oficial y el Chanel nº 5, asegura, se siente desnuda. Le advertí de que no se puede llegar a La Contigüidad del Cosmos cruzando el pueblo en coche.

─ Mi chofér es muy habile en interpretar el GPS.

Le expliqué que la perturbación electromagnética desorienta sin remedio los GPS, y que un compatriota suyo que conducía un tráiler acabó empotrado en la estrecha calle del Consolat de Mar.

─ Yo sin mi limusina no voy a ninguna parte.

Transigió finalmente con la idea de concertar una videoconferencia en la que Angela pediría excusas, y echaría la culpa al groom del hotel de Davos por haberse confundido de equipaje. Entonces Angela se negó en redondo a prestarse a lo que llamó un “parripé”. Christine replicó diciendo que la cancillera podía quedarse las joyas si tanto le gustaban, y hacérselas confitar. Ella, por fortuna, tenía muchas más joyas, y otros joyeros.

Angela retrucó diciendo que le parecía bien la propuesta, porque en ese momento no se le ocurría ninguna idea mejor para un regalo a su asistenta, que cumplía años. Como yo era el intermediario telefónico entre ambas, acabé por recibir los golpes más dolorosos, y me vi emplazado desde las dos partes a practicar la sodomía pasiva, cuantas más veces, mejor.

Quedé muy decepcionado con aquel intento de mediación. Yo me había hecho ilusiones, si la cosa salía bien, de intentar una gestión parecida entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, o en su defecto entre Carmen Calvo y Pablo Echenique. Pero a la vista del resultado, he decidido pensarlo mejor.

(1) Para seguir la historia en su orden cronológico, ver  https://vamosapollas.blogspot.com/2019/08/juguetes-rotos.html