jueves, 31 de octubre de 2019

JUEGOS DE SALÓN




El bonito juego de la huelga en el salón de su casa.


Puede que el electoralismo, enfermedad infantil y tal vez también senil de la democracia, nos esté jugando una mala pasada. Pedro Sánchez hizo un amago de retirar del programa electoral la cuestión del federalismo. Donde decía digo, dijo Diego: retiró el modelo federal que había defendido en abril, y colocó en su lugar un “modelo integrador”.

Ustedes saben tan bien como yo que un modelo integrador puede ser cualquier cosa, y que se explica de manera muy distinta si el acto de campaña se realiza en las Batuecas o en la Plana de Vic. Los líderes políticos prefieren tener las manos libres una vez alcanzado el oscuro objeto de su deseo: el poder. Entonces, en el vistoso juego de salón de las elecciones, juegan de farol, tiran los dados con soltura y exhiben para ganar las bazas unas cartas de triunfo de apariencia lucida, pero poco comprometedoras en último término.

La era de los compromisos ya llegará andando el tiempo, y en función de la mayor o menor disponibilidad de apoyos parlamentarios o de los otros. Entonces el gobierno siempre podrá argumentar que está cumpliendo el ciento por ciento de su programa puesto que el “modelo integrador” al que se refería otrora era precisamente el mecanismo exacto que ahora implementa, bien en compañía de unos o bien en la de otros, con toda clase de geometrías variables y de comodines extra para ayudarse en su gestión.

El PSC ha protestado por el recorte, y Ferraz ha rectificado de inmediato. Nobleza obliga, en primer lugar; en segundo, pero no menor, Cataluña se configura como uno de los territorios claves para inclinar la balanza del próximo 10N, porque aquí los socialistas pueden obtener muchos votos, y sus rivales directos para el gobierno central en cambio no, con la posible y deseable excepción de En Comú Podem.

El constructo “modelo integrador” podía ser interpretado como una inflexión respecto de la propuesta seria y continuada de mayor autonomía, mayores recursos y una gestión descentralizada más potente de Cataluña y en Cataluña; claves por las que aboga el modelo federal y que podrían desembozar en el medio plazo el asfixiante bloqueo político que sigue subsistiendo en estas latitudes, cada vez más enconado a pesar de la tan alabada Sentencia (con mayúscula), que ha dejado más satisfecho al personal en Madrid que en provincias; y de esa última y epustuflante movida de Sánchez de derogar por decreto la República virtual catalana.

“La república virtual no existe, hombre”, podría decirle a Sánchez aquel mosso de escuadra.