viernes, 4 de octubre de 2019

QUE VIENE EL LOBO


Azuzado por las soflamas del energúmeno Sánchez, el rojerío se dispone a llevar a cabo su programa máximo: primero, retirar la tumba del caudillo; luego, la cruz; por fin, el valle; como traca final, quemar parroquias.

Es lo que ha leído en voz alta y firme (atención, lo llevaba escrito, no ha sido una improvisación desafortunada) Maribel Díaz Ayuso en la Asamblea regional madrileña. “¿Qué vendrá luego?”, preguntó para terminar, en tono de suspense dramático, a los concurrentes.

Ayuso no improvisaba sino que contraprogramaba conscientemente a su patrón; Pablo Casado había dicho poco antes, en otro lugar, que la exhumación de Franco es un asunto “que no interesa a nadie”. Casado está cayendo aceleradamente en el sector templado y maricomplejines del centro-derecha. Para el otro centro-derecha ultra y racial, el que representa Ayuso, en cambio, el tema del desahucio del caudillo es esencial; la presencia permanente de sus huesos bajo la cruz del valle tiene una relación íntima con la idea de la centralización y la verticalización suprema del poder; es símbolo, además de ser doctrina.

Las demás etapas in crescendo del programa de izquierdas enunciado por Ayuso plantean otro tipo de problemas, relacionados más bien con la logística: retirar la cruz de Cuelgamuros sería técnicamente factible pero costaría un pastón y podría en consecuencia provocar disidencias en la izquierda, con protestas por parte de quienes preferirían gastar los dineros públicos en nuevas subidas del salario mínimo o en actualizaciones de las pensiones en consonancia con el coste de la vida.

Hacer desaparecer el valle, de otro lado, es bastante imposible, como no sea utilizando el fotoshop. Pero en fin, si las Kardashian lo hacen en sus elaborados semidesnudos, ¿por qué no Sánchez con un simple paisaje?

Finalmente está lo de quemar parroquias. Los de Más Madrid, que no respetan nada, han interpelado a la lideresa para que explique si existe en efecto un peligro real de quema de templos, y en qué datos fiables sustenta la hipótesis anunciada en el hemiciclo.

Los de Más Madrid no comprenden la poesía y el arrebato, el vivo sin vivir en mí de la intrépida Ayuso.

Y sin embargo, el asunto no deja de tener miga. Cabría incluso que las derechas voraginosas aceptaran una enmienda transaccional si se efectúa una corrección gramatical mínima. Ahí donde pone “quemar iglesias”, la expresión se podría cambiar por la de “quemar a Iglesias”.