Iluminaciones de viaje
La puta cabalgando la bestia de
siete cabezas y el gigante, pintura al fresco de la basílica de Santa Catalina
de Alejandría, en Galatina (Puglia).
Un gran artista cuyo
nombre se ha perdido pintó al fresco en Galatina un programa completo de historia sagrada. El impresionante
recorrido iconográfico transita ordenadamente desde el Génesis hasta el
Apocalipsis. La manera del pintor, activo a mediados del siglo XV, corresponde más
al gótico que al estilo hoy llamado prerrenacentista que florecía en esa época
en el norte de la península. Lógico; a la Puglia debieron de llegar con
bastante retraso los nuevos aires de la Toscana.
Esa circunstancia es
la responsable de que en los folletos turísticos se califique la decoración del
templo de “giottesca”, lo cual me parece bien, aunque no muy esclarecedor. Considerar
discípulo de Giotto a un émulo que vivió siglo y medio después que el maestro,
es un forzamiento excesivo. Digamos mejor que hay similitudes entre ambos.
La imagen que he
seleccionado es la visión de la Ramera del Apocalipsis, con la que «fornicaron
los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el
vino de su prostitución», según versión de la Biblia de Jerusalén. Cabalga una
Bestia con siete cabezas y diez cuernos; en la explicación del Ángel, «era y ya
no es; y va a subir del Abismo, pero camina hacia su destrucción.» Según la
misma versión, las cabezas son las colinas de Roma, y los cuernos los reyes
vasallos. La copa de oro que lleva está llena de «abominaciones».
La pintura sigue más
bien la visión de Dante (Purgatorio XXXII)
que la de San Juan. Dante habla de una puttana
sciolta (desceñida), en lugar de la descripción bíblica: «vestida de
púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas.» Las
siete cabezas de la Bestia serían para Dante los pecados capitales, tres de los
cuales, los más graves ─soberbia, envidia e ira─ tienen dos cuernos por uno de
los cuatro restantes (pereza, avaricia, lujuria, gula). El gigante sería Nerón
para la versión de la Biblia de Jerusalén, y la monarquía francesa para el
florentino, según explica Marco Santagata, profesor de la Universidad de Pisa, en
una exhaustiva biografía de Dante que me ha prestado José Luis López Bulla, hombre
de una cultura tan dantesca como yo mismo.
Estos son los
versos que dedica Dante a la “puttana”, en traducción de Ángel Crespo:
Cual en monte segura fortaleza,
Tal lucía una puta en él sentada
Que en rededor miraba con torpeza;
Y, como si temiese que robada
Le fuese, custodiábala un gigante
Por el que varias veces fue besada.
El artista de
Galatina ha optado por prescindir de los cuernos, y ha añadido a la escena un
tercer personaje montado en un caballo blanco, de barba partida y tocado con un
gorro frigio, tal vez con la intención de hacer más babilónica la escena. Es un
misterio añadido a una alegoría ya de por sí misteriosa.