viernes, 11 de octubre de 2019

VÍSPERAS SICILIANAS


Pedro Sánchez se ha lanzado sin flotador a unos idus de octubre tempestuosos: coinciden de un lado la exhumación de la momia de Franco, susceptible de encrespar al nacionalismo apostólico español de misa y olla (el prior de Cuelgamuros se remite a la divina providencia como remedio magistral contra el desbordamiento del rojerío; pero no está excluido que la providencia sea ayudada en su sagrada misión punitiva por manifestaciones, represalias y desórdenes varios, con mucho lujo de vandalismos pre y post constitucionales); y del otro, la publicación de la sentencia judicial relativa a los acontecimientos poco consuetudinarios que tuvieron lugar en los días finales de septiembre y primeros de octubre de hace dos años en Cataluña. El Supremo ha descartado la existencia de un delito de rebelión, lo cual es un alivio para mucha buena gente partidaria de extender el consenso y evitar la política de garrotazo y tentetieso; pero temo que no sea suficiente para el “otro” nacionalismo apostólico, el catalán, que solo considera admisible una absolución incondicional para repetir del mismo plato una vez más y tantas como se pueda. Y que está también preparando una movilización “de país” en plan "tsunami democrático", sea ello lo que fuere.

Sin duda Sánchez habría obrado cuerdamente ahorrándose la doble colisión prevista en la circunstancia altamente inestable de un gobierno en funciones y con unas elecciones generales, las enésimas, previstas para veinte días después. Sin embargo, ha hecho patente en todo momento su desinterés por ser investido, en su momento, desde la izquierda. Cosa que ha tenido a huevo, seamos claros.

Él tendrá más datos que yo, sin duda, pero no deja de sorprenderme que declare tener miedo a perder el sueño con un podemita en la vicepresidencia, y en cambio no le altere el pulso la doble movida que se avecina.

La cual podrá ser contenida sin la menor duda por las nunca suficientemente alabadas fuerzas del orden público. Pero una cosa es el orden público eficazmente preservado, y otra muy distinta el talante con el que la ciudadanía afrontará su nuevo paso por las urnas. Se están encendiendo demasiadas cerillas al lado del bidón de gasolina.

Sánchez está seguro de que al final le van a salir las cuentas. Sin embargo, la tradicional unión de las izquierdas va a verse reforzada por lo menos con dos nuevas y bonitas opciones unitarias a más no poder, la CUP y la plataforma Más País. Y el dato fehaciente al que forzosamente hemos de remitirnos es que hasta el momento no está disponible ninguna encuesta fiable de opinión posterior a la doble ordalía que se nos anuncia para la semana que viene. 

Y las encuestas, como dice más o menos aquella aria del Rigoletto, son móviles cual pluma al viento, mutan de acento y de pensier. Y de pensier.