Words are flowing out
Like endless rain into a paper cup
They slither while they pass
They slip away across the universe
Like endless rain into a paper cup
They slither while they pass
They slip away across the universe
(Las palabras fluyen
como lluvia incesante
en un vaso de papel,
resbalan al pasar y
se desvanecen
a través del
universo.)
THE BEATLES, Across the Universe
Nunca oí a
Marcelino Camacho cagarse en dios; ni para el caso, en ninguna otra cosa
visible o invisible. Marcelino era verbalmente respetuoso con todos hasta el
escrúpulo: del capitalismo, en lugar de decir que es una puta mierda, nos
contaba que es como un gorrión (un saltito a un lado, el picoteo frívolo de una
migaja de pan o de una semilla, un revoloteo, vuelta a picotear la miguita, un
salto en otra dirección, el vuelo a una rama baja de un árbol vecino, el
regreso inmediato al suelo…)
El respeto sin
concesiones era la forma particular de estar en el mundo de Marcelino, y una de
las razones de su ascendencia más allá de su propia clase. Todos preferimos por
instinto a quien argumenta, mejor que a quien se limita a despotricar.
A veces, sin
embargo, odiamos los argumentos y preferimos que nuestro rival político eche
los pies por alto. Para la derecha bien pensante es casi un alivio la
existencia de Willy Toledo, un bocazas sin la menor duda.
Pero no me parece
justificado procesar por blasfemia a Willy Toledo. Ni por injurias a ese fulano
de Vox que considera que los varones de izquierdas empotramos mal a nuestras
señoras. La libertad de expresión no es cómoda, pero es preferible a la
represión de la expresión.
Cagarse en dios es
seguramente una muestra tangencial de respeto a dios. Uno se caga en cosas
importantes, no en fruslerías. Nadie se ha cagado aún, que yo sepa, en los
algoritmos, en las redundancias o en el permanganato de sodio.
La mierda
sobreabunda, en particular en los países ricos con dietas de muchas calorías.
Pero cada cual tiene prioridades respecto del lugar o la institución donde deposita
la suya propia, valiosa desde el punto de vista psicoanalítico según la
doctrina de Sigmund Freud, que sostuvo que muchos no llegamos a superar nunca
la fase anal de la sexualidad.
Entonces, dios es antes
que nada una prioridad importante en la que descargar propiciatoriamente
nuestra desazón por tantas cosas.
Yo, quizás por un
ánimo panteísta, prefiero el Todo en el momento de evacuar mis malos humores.
El Todo es algo redondo, completo y sin fisuras. Cagándome en tó (el monosílabo
es muy superior al bisílabo por la brevedad y la concisión expresiva), me
siento Uno con el Universo.
Cagontó.