Acaba de aparecer en
el mercado literario una novela criminal singular: Oro negro, de Dominique Manotti (Ed. Versátil, Barcelona, traducción
de Albertina Rodríguez Martorell).
No es pretensión de
este blog hacer publicidad comercial, y tampoco mi parentesco directo con la
traductora influye en la recomendación que les hago. La novela vale por sí
misma, es ampliamente digna de ser leída. La autora, que viene a BCNegra adornada
con el epíteto mediático de “gran dama del polar francés”, presentará este
domingo su obra en el Fossar del Mercat de Sant Antoni, y quien tenga afición por
el género y por las novedades que aporta, podrá asistir y hacerse su propia
composición de lugar.
Quiero contar algo más
sobre la autora y sobre la novela, sin spoilers.
Dominique Manotti se llama en realidad Marie-Noëlle Thibault, nació en
París en 1942, militó en la Unión de estudiantes comunistas y en el sindicato
CFDT, y entró tardíamente en la literatura (su primera obra publicada es de
1995, en 2011 recibió el Grand Prix de la literatura policiaca por L’Honorable Société). No es lo que suele
entenderse por una “gran dama”, sino una escritora concienciada y concienzuda,
que documenta históricamente sus obras con precisión y cuyo objetivo es desvelar
el entramado invisible, social y político, que determina las conductas de las
personas en una sociedad que no es nunca como nos la cuentan.
Oro negro está situada en Marsella en el año 1973. El negocio
de la heroína, la French Connection, ha
sido liquidado; De Gaulle había sido de alguna manera su padrino político, o al
menos su tapadera; pero la reacción de las gentes de orden contra el Mayo del
68 y después la ascensión de Pompidou, mucho más sensible a los mensajes del
otro lado del Atlántico, han desbaratado el tinglado de un tráfico próspero y
remunerativo.
Todo un sector
adicto a los negocios dudosamente legales ve llegado el momento de buscar
nuevos horizontes. Y es justo en ese momento cuando la OPEP recién formalizada
rompe la baraja confeccionada por las grandes compañías petroleras (las míticas
“siete hermanas”) que mantenían baratos y estables los precios de los
carburantes en un régimen de cuasi monopolio. Sobreviene una subida drástica y general
de los precios en todos los mercados, y el mundo entero empieza a padecer sed
de petróleo.
La conmoción es
considerable, y lo primero en romperse es el sistema monetario establecido en
Bretton Woods treinta años antes. Nixon se ve forzado a renunciar al patrón oro
y anunciar la flotación del dólar, para que la primera economía mundial no se vea
obligada a suspender pagos.
En el nuevo
contexto “liberalizado”, son muchos los traders
(negociantes) obligados a reciclarse para poder subsistir. También los hay
que, sencillamente, deben morir porque ya no hay espacio para ellos; y a esa
tarea se aplican algunos sicarios especializados.
En Marsella, en
Niza, en Estambul, empiezan a aparecer cadáveres notorios, y los mandos policiales
se empeñan en atribuirlos a ajustes de cuentas entre bandas de delincuentes. El
comisario Theo Daquin, un recién llegado a Marsella, un parisién, empieza a investigar y pronto descubre que las
dimensiones del problema van mucho más allá de lo que podía sospecharse.
Les deseo buena
lectura.