viernes, 14 de febrero de 2020

HILO DIRECTO CON EL ELECTORADO, O CUANTO PEOR, MEJOR



Teresa con Pablo, en días antiguos de vino y rosas (foto tomada de el periódico)


José Luis López Bulla acaba de colgar en la red uno de sus artículos antológicos (él los llama ejercicios de redacción, cosa que me devuelve a los tiempos de la escuela, cuando el maestro de gramática ─en mi caso llevaba sotana─ nos daba veinte minutos para entregar una composición sobre la llegada del otoño, y venga todos los escolares de hablar de las hojas muertas, sin haber escuchado aún a Montand).

La cosa de José Luis trata de la fragmentación de la principal opción de izquierda en Andalucía: éramos pocos, y aún vamos a ser menos. El motivo de la elegante separación con abrazo incluido es difícil de entender, pero José Luis lo desvela con una frase que rezuma verdad por los poros: «Una cosa es la voluntad de las bases y otra la autolegitimación del dirigente que, rayana en el divismo, fija la ortodoxia que ─se dice─ viene desde los tiempos antiguos.»

Las cosas claras: la voluntad de las bases es lo de menos. José Luis pone en cursiva la palabra “bases”, seguramente para sugerir que ya no existen, por lo menos en el sentido de antes: un colectivo caracterizado por una condición común y unas aspiraciones compartidas, agrupado en torno a una dirección reconocible con la que ese colectivo interactúa a partir de convicciones muy profundas y de un optimismo de la voluntad presente incluso en tiempos difíciles.

Ahora los partidos políticos se han verticalizado, y vienen a sustanciarse en la comunión casi religiosa entre un líder carismático y un auditorio disperso. Lo que hay entre uno y otro son expertos en comunicación, sondeadores de opinión, y cajas de resonancia variadas.

No es de extrañar entonces que Teresa Rodríguez decida instalar su propio chiringuito, y que dios reparta suerte. No es serio, pensamos quienes estamos educados al modo antiguo; pero para la lideresa, la política no pasa de un modo de expresión personalísimo, y se ilusiona con la perspectiva de que haciendo las cosas a su manera va a recoger muchos likes en las redes.

Cierto que esos likes no le servirán de nada, a efectos de mejorar la vida de las personas andaluzas, y que la perspectiva de ahormar un gobierno plural de progreso en Andalucía se aleja más aún, con su iniciativa.

Pero al parecer, es precisamente la idea de un gobierno plural lo que la ha espantado. Gobernar con personas que no piensan lo mismo que una, le parece a Teresa un suplicio. Ella prefiere vivir a la contra, y cuanto peor, mejor.