miércoles, 5 de febrero de 2020

EL MINUÉ DEL GOBERNADOR


O es lo uno, o es lo otro, pero las dos cosas a la vez son imposibles. El gobernador del Banco de España don Pablo Hernández de Cos se ha lanzado a defender a tumba abierta las reformas laborales en una entrevista en el Financial Times. Su ardorosa defensa recuerda a la de aquel acusado de homicidio, que alegó: primero, contar con testigos fiables para demostrar que estaba en otra parte en el momento del crimen; y segundo, haber disparado sobre la víctima en un acto de legítima defensa.

Si estaba en otra parte, no pudo disparar; si disparó, no pudo estar en otra parte. Don Pablo se ha metido en un brete similar. Según él, «los economistas la consideran [la reforma laboral] vital para la recuperación del país». No concreta qué economistas dicen tal cosa, ni por qué. Es más, apunta a un consenso de los economistas que no existe. Los resultados de las políticas laborales están ahí, en cifras bien alineadas como les gusta a los técnicos; y las cifras dicen que este ha sido el peor mes de enero para el empleo en los siete últimos años, mientras las troikas sí son unánimes en rebajar las expectativas de crecimiento de la economía española para este año en unas cuantas décimas.

Todo ello con la reforma laboral bien instalada y funcionando a tope.

Entonces, hacían falta más explicaciones, y el gobernador inicia la contradanza a ritmo de minué. Su primer alegato al nuevo gobierno para el mantenimiento de la reforma laboral, es el siguiente: «La economía española necesita todavía mantener la competitividad a un alto nivel».

Lo necesita, en efecto, tanto más porque el nivel de competitividad no es precisamente “alto”, como parece querer sugerir el baranda. Se diría al leerle que está entusiasmado con los resultados de los últimos ejercicios. Precariedad, rotación desmesurada, índices altos de paro, predominio del empleo estacional, hipertrofia del sector servicios, dependencia absoluta del turismo y del ladrillo…

¿Cómo es que el señor gobernador no pide más inversiones en tecnología y en innovación, cuando todos los economistas serios coinciden (ahora sí) en que son esos los elementos críticos de la competitividad? Debería explicarnos el señor De Cos qué sentido de futuro tiene recortar gastos echando más trabajadores a la calle.

No hacen falta muchos estudios para averiguar adónde irá a parar el país por ese camino.

Entonces aparece su segundo argumento para defender la reforma. Sujétense bien a sus asientos: «Dado que es tan difícil desde un análisis empírico desenredar todos estos cambios (puestos por la reforma laboral), si tocas uno, no sabes cuáles serán las consecuencias.»

O sea, ni competitividad ni leches. Está tó tan enredao, chiquiyo, que mejó no tocar ná, que igual te sesplota en la’ mano’.

Una humilde propuesta personal para el actual gobierno: si se ha de seguir despidiendo a gente para que el país funcione mejor, empiecen por el gobernador del Banco de España y por el colectivo de economistas que le asesora.