O es lo uno, o es
lo otro, pero las dos cosas a la vez son imposibles. El gobernador del Banco de
España don Pablo Hernández de Cos se ha lanzado a defender a tumba abierta las
reformas laborales en una entrevista en el Financial
Times. Su ardorosa defensa recuerda a la de aquel acusado de homicidio, que
alegó: primero, contar con testigos fiables para demostrar que estaba en otra
parte en el momento del crimen; y segundo, haber disparado sobre la víctima en
un acto de legítima defensa.
Si estaba en otra
parte, no pudo disparar; si disparó, no pudo estar en otra parte. Don Pablo se
ha metido en un brete similar. Según él, «los economistas la consideran [la
reforma laboral] vital para la recuperación del país». No concreta qué
economistas dicen tal cosa, ni por qué. Es más, apunta a un consenso de los
economistas que no existe. Los resultados de las políticas laborales están ahí,
en cifras bien alineadas como les gusta a los técnicos; y las cifras dicen que
este ha sido el peor mes de enero para el empleo en los siete últimos años,
mientras las troikas sí son unánimes en rebajar las expectativas de crecimiento
de la economía española para este año en unas cuantas décimas.
Todo ello con la
reforma laboral bien instalada y funcionando a tope.
Entonces, hacían
falta más explicaciones, y el gobernador inicia la contradanza a ritmo de minué.
Su primer alegato al nuevo gobierno para el mantenimiento de la reforma laboral,
es el siguiente: «La economía española
necesita todavía mantener la competitividad a un alto nivel».
Lo necesita, en efecto,
tanto más porque el nivel de competitividad no es precisamente “alto”, como
parece querer sugerir el baranda. Se diría al leerle que está entusiasmado con
los resultados de los últimos ejercicios. Precariedad, rotación desmesurada, índices
altos de paro, predominio del empleo estacional, hipertrofia del sector
servicios, dependencia absoluta del turismo y del ladrillo…
¿Cómo es que el
señor gobernador no pide más inversiones en tecnología y en innovación, cuando
todos los economistas serios coinciden (ahora sí) en que son esos los elementos
críticos de la competitividad? Debería explicarnos el señor De Cos qué sentido
de futuro tiene recortar gastos echando más trabajadores a la calle.
No hacen falta
muchos estudios para averiguar adónde irá a parar el país por ese camino.
Entonces aparece su
segundo argumento para defender la reforma. Sujétense bien a sus asientos: «Dado
que es tan difícil desde un análisis empírico desenredar todos estos cambios
(puestos por la reforma laboral), si tocas uno, no sabes cuáles serán las
consecuencias.»
O sea, ni
competitividad ni leches. Está tó tan enredao, chiquiyo, que mejó no tocar ná,
que igual te sesplota en la’ mano’.
Una humilde
propuesta personal para el actual gobierno: si se ha de seguir despidiendo a gente
para que el país funcione mejor, empiecen por el gobernador del Banco de España
y por el colectivo de economistas que le asesora.