Los politólogos y
las recurrentes sibilas de Delfos nos vienen advirtiendo de que se ha acabado
la era de las mayorías absolutas, y una sociedad fragmentada va a verse
reflejada cada vez más en una composición plural de los órganos de gobierno.
Ha costado asimilar
la idea, sin embargo, y el actual gobierno de coalición solo ha podido emerger
después de serios encontronazos disfrazados de declaraciones de principios.
La realidad, más
tozuda que cualquier cálculo preconcebido a partir de los sondeos fiables de
opinión, ha acabado por imponer un gobierno plural de progreso con un programa
consensuado. Muchos en el territorio de la izquierda lo han recibido, sin
embargo, con la nariz arrugada: “Yo, con esos?
Jamás. Conmigo que no cuenten”. Etc.
A día de hoy, la
coalición de gobierno se parece aún demasiado al vivac de un ejército en
campaña, donde han improvisado un rancho común regimientos acostumbrados a
comer aparte. Silencio, observación crítica, desconfianza mutua, prisas por
regresar a la zona de confort donde cada cual se podrá explayar dejando al
socio coaligado como hoja de perejil.
Una actitud que
tratan de romper iniciativas saludables como “A favor del programa del gobierno
progresista”, al que están ustedes permanentemente invitados a incorporarse en https://www.facebook.com/groups/676264126501899/.
También en dicho
grupo, amplio y diverso, aletea de alguna forma un sentimiento de
provisionalidad. Es algo, supongo, que se irá corrigiendo con una adecuada
filosofía de la praxis. La plasmación del programa de gobierno al que nos
adherimos sin reservas mentales, y el propio gobierno en su forma actual o bien
en otra en la que pueda concretarse la correlación de fuerzas favorables a una
política de progreso, necesitan dotarse de un mayor recorrido y de un aliento
más amplio, para no quedar sofocados por un entorno hostil muy beligerante.
Expresado en
términos matemáticos sencillos, tenemos como punto de partida un programa que
es el máximo común divisor entre dos “cantidades” políticas consideradas. Convendría
enfocar sin tardanza la posibilidad de evolucionar hacia un programa que
representara el mínimo común múltiplo de las mismas cantidades.