lunes, 3 de febrero de 2020

COALICIÓN AL MÍNIMO COMÚN MÚLTIPLO


Los politólogos y las recurrentes sibilas de Delfos nos vienen advirtiendo de que se ha acabado la era de las mayorías absolutas, y una sociedad fragmentada va a verse reflejada cada vez más en una composición plural de los órganos de gobierno.

Ha costado asimilar la idea, sin embargo, y el actual gobierno de coalición solo ha podido emerger después de serios encontronazos disfrazados de declaraciones de principios.

La realidad, más tozuda que cualquier cálculo preconcebido a partir de los sondeos fiables de opinión, ha acabado por imponer un gobierno plural de progreso con un programa consensuado. Muchos en el territorio de la izquierda lo han recibido, sin embargo, con la nariz arrugada: “Yo, con esos?  Jamás. Conmigo que no cuenten”. Etc.

A día de hoy, la coalición de gobierno se parece aún demasiado al vivac de un ejército en campaña, donde han improvisado un rancho común regimientos acostumbrados a comer aparte. Silencio, observación crítica, desconfianza mutua, prisas por regresar a la zona de confort donde cada cual se podrá explayar dejando al socio coaligado como hoja de perejil.

Una actitud que tratan de romper iniciativas saludables como “A favor del programa del gobierno progresista”, al que están ustedes permanentemente invitados a incorporarse en https://www.facebook.com/groups/676264126501899/.

También en dicho grupo, amplio y diverso, aletea de alguna forma un sentimiento de provisionalidad. Es algo, supongo, que se irá corrigiendo con una adecuada filosofía de la praxis. La plasmación del programa de gobierno al que nos adherimos sin reservas mentales, y el propio gobierno en su forma actual o bien en otra en la que pueda concretarse la correlación de fuerzas favorables a una política de progreso, necesitan dotarse de un mayor recorrido y de un aliento más amplio, para no quedar sofocados por un entorno hostil muy beligerante.

Expresado en términos matemáticos sencillos, tenemos como punto de partida un programa que es el máximo común divisor entre dos “cantidades” políticas consideradas. Convendría enfocar sin tardanza la posibilidad de evolucionar hacia un programa que representara el mínimo común múltiplo de las mismas cantidades.