La hipocresía, metáfora
Hay una gran contradicción en votar a favor de expulsar de su empleo a una persona por el hecho de haber enfermado, y votar en contra de la despenalización de la eutanasia, es decir de la ayuda por acción u omisión a darse de baja de la vida a una persona que lo desea así, porque sufre una enfermedad insoportable e irreversible.
En el PP toma
cuerpo esa contradicción, debido a su doble filiación: es un partido neoliberal
en lo económico, y al mismo tiempo católico rancio en lo ideológico. Las dos
cosas a machamartillo, y a ciegas; con la fe del carbonero.
Lo sabíamos desde
hace tiempo, y la cuestión no merecería un comentario de no ser por la
intervención de José Ignacio Echániz en el Congreso. Echániz ha acusado al gobierno
de promover la eutanasia para ahorrar en gasto social. Se ha escandalizado
virtuosamente de que la propuesta de ley ─que no va dirigida a la promoción,
sino a la despenalización, de la eutanasia─ representa «un recorte social en
toda regla, que hace que la longevidad se convierta en un riesgo financiero».
En consecuencia, añade, «lo humano es cuidarnos, y acabar con los enfermos es
realmente reaccionario.»
Cualquier intento
de explicar racionalmente las palabras del portavoz parlamentario del PP,
fracasa. Y la razón de ese fracaso es que lo que dice no está dictado por la razón, sino por un
lapsus freudiano que ha hecho aflorar su inconsciente reprimido.
O sea, dejándonos
de terminachos técnicos: a José Ignacio Echániz le encantaría (en la intimidad)
reducir gastos sociales eliminando a los enfermos irrecuperables que tienden a
lastrar una Seguridad social que en su mentalidad debe funcionar como un método
jugoso de extracción de rentas para mayor beneficio de una sanidad privada, financiada
a medias por los usuarios y por conciertos con el Estado hábilmente dirigidos hacia
las clínicas y centros de salud para pudientes.
Echániz no ha podido
impedir, entonces, que por los bajinis de su discurso se le escapara expresar lo
adecuado que sería ese planteamiento, en aras de una mejor economía neoliberal.
Ocurre que no puede dejar de lado el factor religioso concomitante, y por eso
acusa hipócritamente al rival político de lo que él mismo desearía hacer.
«Lo humano es
cuidarnos», dice. Debe entenderse que se está refiriendo a cuidados de pago, de
alto standing, facturados con el IVA correspondiente, o bien a esos cuidados no
remunerados, tan característicos de la abnegación de las mujeres de las clases
bajas, que prodigan a manos llenas su atención llena de cariño a los familiares
necesitados.
El hecho de que la
situación se convierta en ocasiones en un callejón sin salida tanto para la
persona cuidadora como para la cuidada, y que cualquier intento de atajo para
ambas tropiece con la sanción severa del código penal, al señor Echániz y a sus
correligionarios neoliberales les importa un ardite.
Sea lo que sea un
ardite, que no lo sé con exactitud.