La opinión ponderada de Forges,
al respecto.
Alemania, Francia e
Italia apoyan el nombramiento de la ministra de Economía española Nadia Calviño
al frente del Eurogrupo, sustituyendo al portugués Mário Centeno.
Es una excelente
noticia. Calviño defenderá la ortodoxia financiera europea, está claro. Maniobrará para que la deuda pública no se dispare, por supuesto. Pondrá límite a
algunas reivindicaciones muy sentidas de Unidas Podemos, de acuerdo.
Pero eso había de
ser así de todos modos. El avance en la reconstrucción (la llamo así por ser así como la llaman, siempre insisto en que no se trata de reconstruir lo que ya
había, sino de innovar a partir de unos fundamentos de características sociales
e inclusivas que antes no existían, ni se les esperaba), el avance en la
reconstrucción, digo, implica contención y gradualidad, porque estamos todos
metidos en un lío muy serio, y todo debe hacerse de forma conjunta con el resto
de los Estados de la Unión. En ese “resto” se incluyen los Países Bajos, Dinamarca y Austria,
que no nos quieren ni ver, y otros aun que cuando se les habla del Sur se ponen
de perfil.
No hace tanto, he
leído en facebook el siguiente planteamiento procedente de opiniones situadas
claramente en la izquierda: “pues si no nos quieren, mejor nos vamos.”
Mejor, no. No nos
hemos ido de Europa, no nos vamos a ir. Vamos a estar ahí peleando por lo
nuestro, por los nuestros. Una solución para Nissan, por poner un ejemplo
inmediato y es solo un ejemplo, resulta inconcebible sin una negociación de
ámbito europeo y global. La solución de mandar a Torra a Japón a negociar, es
ridícula. No porque se trate de Torra, que es especialmente inepto en estos
menesteres, sino porque la industria mundial del automóvil está ahora mismo en
una coyuntura particularmente crítica; porque la solución debe ser global y no
limitada a una factoría concreta de una firma determinada; y porque debe estar
concebida en términos de política industrial, no solo de puestos de trabajo.
Se trata de Nissan,
y de Alcoa, y de muchos temas más que no son ni Nissan ni Alcoa. Nada es sencillo
en el mundo en el que nos ha tocado vivir, y la culpa no la tiene el gobierno
de este año, por mucho que lo digan grandes comunicadores con enormes cifras de
audiencia, como Miguel Bosé o Rosa Díez.
Tenemos demasiados
cuñados en nómina que, si les dejáramos, resolverían el asunto en un plisplás,
en algún caso mediante el recurso de poner al frente de todo al Rey Felipe como
comandante supremo de las fuerzas armadas.
Que se sepa que
estamos en Europa. Para todo. Que sepan también las juezas rebeldes que sus
instrucciones fantasiosas de casos fantasmales como el del 8-M van a terminar
pasando por el control de tribunales europeos, porque no somos una república
bananera y nuestras fuerzas armadas no son aquel legendario ejército de Pancho
Villa.
Por eso, un
eventual nombramiento de Nadia Calviño para la presidencia del Eurogrupo, consolidando
el peso de España y de su gobierno en el núcleo crítico de las decisiones
globales, será una excelente noticia.