domingo, 28 de junio de 2020

QUÉ SERÁ SERÁ


Encuentros en la tercera fase

He vuelto a Poldemarx, después de tantos meses. El sol calienta más de la cuenta en este solsticio de verano. Recorro las calles estrechas y floridas con la mascarilla colocada en su lugar correcto, pero soy casi el único. Hay mucha gente joven desenmascarillada, que alborota y gesticula sin parar.

Un hecho nuevo: la enorme cantidad de mariposas que revolotean en el aire, como desorientadas. Son mariposas sin gracia, de color pardo y vuelo torpe. Se topan una y otra vez con las paredes blancas, con los paseantes, o entre ellas unas con otras.

Una mariposa parda de otro tipo hace esfuerzos por atraer mi atención desde un rincón inesperado de la portada de un ejemplar en venta de una cabecera renombrada: «¡Eh, que estoy aquí! ¡Oiga! ¡Sí, usted, a usted le hablo! ¿A que no adivina en qué fecha voy a convocar las elecciones?»

Lo dice en catalán, claro. Yo lo traduzco aquí en beneficio de mi audiencia, que para mí es lo primero.

Además, yo soy un ñordo. Sin redención posible. Qué le vamos a hacer, llevo mucho tiempo resignado a serlo.

Volvamos al revoloteo virtual de nuestra mariposa parda, que también parece tropezar con todo y canturrea por lo bajini aquella canción de los sesenta, “Qué tiempo tan feliz”.

Pena que todo se acabe, me dice con un guiño pícaro. Ha sido bueno mientras duró. Me he subido el sueldo dos veces. Y ahora, si me sale de los bajos, cierro las fronteras y vuelvo a poner el país en la Fase 2. Aquí no entra ni un español ni un guiri. Puedo hacerlo.

Por decir algo, argumento que el sector turístico se le va a encrespar. Algunas de las personas que pasean por la Avenida del Doctor Furest sin mascarilla hablan en lenguas exóticas.

Sí, es un inconveniente, pero el sector turístico debe comprender que estamos en tiempo de sacrificios. ¿Le he dicho ya que me he subido el sueldo dos veces? ¡Ah, qué tiempo tan feliz!

Está usted en la segunda prórroga y no hay penaltis, le digo haciendo uso de mi tono más cruel, para remover el hierro en la herida.

Claro, claro. Y no puedo pactar con nadie, ni siquiera con los míos. Por cierto, ya ni me acuerdo de quiénes son los míos. Nadie me quiere, excepto tal vez los herederos de los hermanos Badía.

No esperará que mi corazón sangre por usted, le espeto a bocajarro. Yo soy solo un ñordo.

No reclamo su compasión, pringado. Solo le planteo un acertijo, como hizo Edipo con la Esfinge.

Al revés, le corrijo.

Habría mucho que discutir al respecto, pero no vamos a reñir por eso. Bastante reñidos estamos ya usted y yo. Escúcheme bien, pienso llevarme a la tumba el secreto de la fecha de las elecciones catalanas. Las elecciones se harán de todos modos, pero serán ilegales. ¿Qué me dice? ¡Tiemble después de haber reído!