viernes, 26 de junio de 2020

LADY GODIVA 2020. FÁBULA PARA MAYORES DE 18 AÑOS CON REPAROS



Lady Godiva, escultura de John Thomas, 1861. (Fuente, Amo i Libri)



Casi un milenio después, Lady Godiva salió de cumplir con sus devociones en la capilla del castillo y se dirigió a la sala donde su marido el conde de Chester y de Mercia estaba viendo un partido de fútbol televisado.

─ Leofric, cariño, deberías bajar un poco los impuestos a la purria. Cada día tenemos más plebeyos manifestándose con carteles en la plaza mayor.

─ Haz como que no los ves.

─ Sí que los veo, y ellos me ven a mí y me gritan groserías. Es muy molesto, Leo. Además mi confesor no me quiere absolver los pecadillos de costumbre si no resuelvo este asunto de una vez.

─ Cambia de confesor.

─ Este es argentino, cielo, y cada sesión de psicoanálisis me cuesta, mejor dicho te cuesta a ti, un huevo.

─ Pues tú verás. Si no entra cash por los impuestos, de algún otro lado tendrá que venir. ¿Por qué no te paseas desnuda por la plaza a media mañana en día de mercado? Entonces sí que gritarán los menestrales. Pero tú a caballo, ¿eh? Y con mascarilla, y guardando metro y medio de distancia con la chusma, no sea que alguien te infecte el virus.

─ Desnuda en medio del mercado… Me estoy viendo, la melena suelta y una mirada soñadora puesta en el infinito… ¡Darling, eres genial! Para estas cosas de negocios te pintas solo. ¿Te parece un tanga de lentejuelas, muy muy chiquito?

─ A pelo, Goddy, a pelo. El tanga está desprestigiado, no vende. Además, de ese modo luces la permanente decolorada que te hizo Ruphert en el chichi.

─ Espero que no me censuren en Instagram, al fin y al cabo es por una buena causa.

─ Yo me encargo de mover hilos. En cualquier caso, a Instagram solo le interesan los pezones.

─ Es que también me da rabia que me censuren los pezones.

─ Veré qué se puede hacer.

La bella Godiva paseó a caballo por el mercado de Coventry, todas las cadenas de ámbito nacional y local estaban presentes, reporteros y fotógrafos de todos los medios cubrieron el insólito evento. En la plaza no cabía un alfiler. El obispo de Coventry hizo volar las campanas de la catedral.

La apoteosis. Leofric bajó los impuestos (no mucho) y a cambio se forró con las exclusivas.

Solo un sastre cincuentón, enamorado secretamente de la bella aristócrata, se encerró solo en su taller y corrió los postigos de la ventana. Sus conciudadanos hicieron chacota de él y le llamaron No Peeping Tom.

Una advertencia final. Si alguien pretende ver alguna relación metafórica entre esta historieta y las actitudes recientes de ciertas ladys de nuestro cotarro particular, le diré alto y claro que no es así. Esto no tiene nada que ver con Isabel Díaz Ayuso, Cayetana Álvarez, Macarena Olona, Dolors Montserrat. Menos aún con Belén Esteban o Ana Rosa Quintana. Las exhibiciones bastante impúdicas de todas estas señoras no han sido en ningún caso por una buena causa. Ellas solo pretenden bajar los impuestos a los ricos.

De modo que no hay caso.