viernes, 5 de junio de 2020

QUÉ INMENSO ERROR



Trabajadores temporeros en Lleida. Foto, Público



Se acusa al gobierno de haber cometido errores, de haber caído en imprevisiones. Lo está diciendo gente seria, gente que debería tener una conciencia clara de que la carrera de errores e imprevisiones en relación con el coronavirus empezó en Wuhan, ha recorrido el mundo entero y está alcanzando cumbres borrascosas de estupidez y de demencia no en Madrid, sino en la Casa Blanca y en el palacio presidencial de Brasilia. Por no hablar de los suecos, que se pusieron a darnos lecciones de comportamiento demasiado pronto.

Una jueza intenta empapelar al gobierno, vía delegado del mismo en Madrid, sobre la base de un informe sobre presuntos errores e inconsecuencias, plagado a su vez de inexactitudes y de suposiciones gratuitas.

Las cuales, sin embargo, no serían erróneas en sí mismas, sino que, por una metamorfosis o metástasis peculiar, se convertirían en medios justificados y válidos para revelar los graves errores, esos sí, cometidos por el gobierno.

Igual que un clavo saca otro clavo, los errores del acusador dejarían más patentes e indefendibles los errores del acusado. O eso se supone (quizás erróneamente, apunto).

Pablo Casado personifica en este vodevil judicial a una oposición que reniega de su nombre e insiste en proclamar el carácter ilegítimo del gobierno constituido y la legitimidad metafísica para gobernar de quienes se echan las manos a la cabeza ante tantas aberraciones como se van cometiendo.

La subida del salario mínimo y el establecimiento de un ingreso mínimo vital, por poner los ejemplos más candentes, convertirán según una opinión muy publicitada a España en un paraíso de vagos subvencionados donde será imposible que los empresarios ─los agrícolas en particular─ encuentren mano de obra famélica dispuesta a deslomarse de sol a sol.

Puede que sí, o puede que no. No hay hasta el momento pruebas de ese efecto colateral, y tampoco del “efecto llamada” denunciado por Vox que traerá a nuestras fronteras terrestres y marítimas a toda la hez de los parias de la tierra, con lo que los patriotas imbuidos en las recias tradiciones de la autarquía perderán sus medios de vida y posiblemente también sus abonos para la Feria de Abril en la Maestranza.

La falta de pruebas convierte a esas suposiciones en una verdad aún por demostrar, pero lo que ya es incontrovertible es el error, el inmenso error cometido por este gobierno aciago.

Como aquel error inmenso que se cometió en tiempos hoy perdidos en la nebulosa del olvido, al sustituir en la jefatura del Gobierno a Arias Navarro por Suárez González. El tiempo ha modificado considerablemente la perspectiva de conjunto, pero el “”inmenso error” sigue constando en las hemerotecas.

Las hemerotecas son también un error, posiblemente.