sábado, 27 de junio de 2020

LAS NUEVAS AMAZONAS DE LA DERECHA



Wonder Woman, o las nuevas amazonas del 'cómic' político español.



Lo que está haciendo Dolors Montserrat al frente de la camarilla española en el Grupo Popular Europeo es de juzgado de guardia. Corrijo: sería de juzgado de guardia en el caso de que este no estuviera ocupado por doña Carmen Rodríguez-Medel, en cuyo caso mejor lo dejamos correr.

Luego tenemos el caso de Macarena Olona y (por ejemplo) su griterío en el Congreso defendiendo que la violencia de género no es de género, sino meramente violencia. No nos convenció del todo, pero por lo menos nos dejó claro que las mujeres también son perfectamente capaces de ser extremadamente violentas, en su forma de expresarse, en su concepción del mundo e incluso en su conducta en el hemiciclo.

Corren nuevos vientos en las filas femeninas de nuestras derechas. Si doña Pilar Primo de Rivera levantara la cabeza, se le desencajaría la mandíbula de tanto como abriría la boca de asombro. “Esta no es mi mujer española, que me la han cambiado”, calculo que diría, de tener la ocasión. Nada de sumisión, nada de abnegación, nada de sacrificio, nada de arrimo al varón que es el que entiende.

Tenemos delante el feminismo amazónico que predica Cayetana Álvarez de Toledo. Un feminismo faltón e impertinente, chillón, de rompe y rasga, de mano de acero en guante de estropajo. Las generaciones futuras no sabrán de qué habla el abuelito cuando se refiere a la cortesía parlamentaria: “¿Y eso qué era, cómo se hacía, yayo?”

No digo todo esto porque sea yo un nostálgico de la belle époque. Es que me suena raro el sesgo protector que les ha surgido de pronto a don Lluís Llach y a don Lluís Carrasco (ex directivo de TV3) en relación con Laura Borrás. Han sugerido ambos que la amazónica Laura ha sido “violada” por el Parlamento al dejarla bajo los cascos de los caballos del Tribunal Supremo, esa “manada” adicta a la violencia grupal, y han afeado a ERC que no haya hecho un gesto por rescatarla. 

De pronto alguien se acuerda del deber de caballerosidad respecto de la viuda, de la huérfana y de doña Laura, que no es viuda ni huérfana ni ha sido sometida a sevicia alguna, solo a investigación. Lo cual no es ni la violencia de género cuya existencia niega la señora Olona, ni persecución política hacia una posición ideológica determinada, puesto que también y simultáneamente está siendo investigado por hechos parecidos Francisco Álvarez Cascos, cuya ideología es irreprochable desde los cánones de nuestra derecha, pero no así sus tejemanejes al frente del partido asturiano que él mismo creó.

Si hay verdadero amor al enjuague, no importa el sexo, sería mi conclusión provisional al respecto.