sábado, 13 de junio de 2020

EL DEMONIO Y DOÑA ELVIRA


El demonio haciéndose un selfie delante del Acueducto de Segovia. Foto La Vanguardia.


Hay un hilo conductor en el acoso a que está siendo sometido el gobierno de España desde las casamatas de la derecha: ese hilo consiste en echar a Sánchez y su equipo la culpa de la pandemia.

En general no se llega a decir de una forma directa y rotunda que la pandemia es un invento del socialcomunismo rampante, con el fin de prevaricar a troche y moche sin oposición responsable.

No se dice, pero se da a entender. Quien más lejos ha llegado por ese camino ha sido Miguel Bosé. Me dirán ustedes que está zumbado. Cierto, pero ni es el único ni siquiera el más zumbado de la colección.

También está zumbado, posiblemente mucho más, Jorge Fernández Díaz, que sitúa al demonio en la sala de máquinas de la “nueva normalidad”. Como él mismo carece por completo de credibilidad, don Jorge pone el argumento en labios de Ratzinger, en el curso de una charla íntima de la que no hubo testigos. El anterior papa era una autoridad mundial en lo que se refiere al diablo, y seguramente lo veía agazapado detrás de todas las tramoyas que están echando a perder el mundo moderno: el feminismo (¡ay, ese 8-M!), el laicismo, la ausencia de valores religiosos, etc. Sospecho, sin embargo, que la aplicación de todos esos parámetros al “pueblo elegido” y especialmente mimado por la divinidad, España, y en particular al problema catalán, sean cosa no de Ratzinger sino de Fernández.

Nadie ha calificado aún de zumbado a Felipe González, pero su aparición en este momento criticando al gobierno progresista con el sambenito de que parece el camarote de los Hermanos Marx, es, digámoslo de manera suave, un hito de felipismo creativo en el peor sentido de la palabra.

Y vayamos finalmente, en este breve repaso acerca de la labor del demonio en la actualidad política, a la Comisión de Reconstrucción del Congreso, donde doña Elvira Rodríguez, ex ministra del PP, se disfrazó de noviembre para culpar a Yolanda Díaz de sus propias fechorías. Consideró los ERTE “un chantaje político”. Vaya. Y concluyó así su alegato: «Los problemas de los españoles no se resuelven dándoles subsidios o subvenciones o Ingresos Mínimos Vitales. ¿Le suena Alcoa, señora ministra?»

La respuesta de la ministra de Trabajo debería ser enmarcada. Elijo solo un párrafo: «Este Gobierno no va a hacer lo que hizo Mariano Rajoy en 2015, ustedes tenían un presupuesto público de 25.000 millones para la protección social que dejaron sin ejecutar con cuatro millones de personas en desempleo… Lo que ha hecho el PP ha sido recortar la prestación pública por desempleo en 25 puntos.» 

(La prestación pública por desempleo, subrayo. El chocolate del loro si se compara con los recortes tendentes a desmontar la sanidad pública.)

Y recordó doña Yolanda sin pelos en la lengua que el grupo popular en ningún momento ha hecho propuestas al Gobierno para la gestión de las medidas económicas para hacer frente a la crisis derivada del coronavirus. 

Quien hace metafísica a partir de la economía, quien critica el remedio sin mencionar la causa del mal, quien despotrica sin apuntar soluciones, forma sin la menor duda parte del problema.