Algunas actividades indispensables
que inciden un 0% en el crecimiento del PIB de las naciones (fuente: Facebook)
La buena noticia es
que existen dirigentes políticos como Jacinda Ardern, no son quimeras urdidas
por mentes calenturientas. Jacinda acaba de renovar su mandato al frente del
gobierno de Nueva Zelanda, con un 49% de los sufragios y mayoría absoluta en el
Parlamento. Todos estamos de enhorabuena.
La mala noticia es
que Jacinda vive exactamente en las antípodas de, pongamos por ejemplo, la
Comunidad de Madrid.
Su línea política
también está en las antípodas de la de Isabel Ayuso. Considera nada menos que
la salud es lo primero, y en consecuencia va antes que la economía en cualquier
escala de valores. Ayuso, por el contrario, estima que la economía es más importante
que cualquier otra cosa, y quienes se contagien del virus que se jodan.
Estamos todos obligados
a posicionarnos entre lo que representan los dos especímenes de la política. Se
trata de una cuestión de prioridades, aquí no valen las equidistancias. Si su
prioridad es el PIB, vote sin dudar con Ayuso; lo ha hecho un 27% de los
compatriotas de la señora Ardern.
Si, por el
contrario, cree que la salud pública es un patrimonio valioso y cualquier inversión
para conservarla y mejorarla es rentable a la larga, mientras que, por el
contrario, el PIB está construido con la sustancia con la que se fabrican los
sueños, entonces su papeleta de voto lleva sin duda el nombre de Jacinda.
Me atrevería a
sostener que en esta cuestión concreta anda enredado además un tema de género.
O sea, hay más probabilidades de que sea usted jacindista si es mujer, y los
ayusistas tienen más probabilidades de ser varones, a pesar de que Isabel no lo
sea. Los ayusistas propenden a sostener con énfasis la teoría de que las
mujeres nunca deberían salir de la cocina. Todo lo más les reservan un puesto
en el mercado del pescado, como hizo Félix de Azúa con Ada Colau (Ada es
jacindista o algo muy parecido, piénsenlo dos veces antes de criticarla por tantas
razones a las que está expuesta/o hoy en día quien se atreve a aparecer en el
escenario de la política).
Estamos en un
paradigma económico y tecnológico nuevo, y cuanto antes espabilemos y
comprendamos que no se puede hacer política al viejo modo, mejor nos irá. En la
pandemia, y en otras cuestiones vitales como la descarbonización de la economía
y la lucha contra el cambio climático.
Hasta don Mariano
Rajoy incluido, la labor del político era facilitar la buena marcha de la
economía, medida esta última por los progresos meramente estadísticos del PIB.
Don Mariano fue un titán en esa tarea, ahí queda el tremendo desguace de
derechos y garantías de toda clase que supuso su reforma laboral, por no hablar
de la que estaba preparando para rematar la faena cuando le pilló por medio el
carrito del helado de la moción de censura promovida por el que algunos llaman “Estado
fallido”.
Hoy la política en
el sentido recto de la palabra pasa por enfrentarse a la lógica del mercado,
incluidos sus algoritmos y los inputs del PIB. «El mercado mata», es una advertencia
que debería ir escrita obligatoriamente en todas las cajetillas de crecimiento
económico. Lo usual ha sido, en el terreno del ultraliberalismo y hasta ahora
mismo, controlar la política desde los mercados; pero el tema crucial, del que
depende nuestro futuro, es controlar a los mercados desde la política.
No hagan caso de
quienes sostienen que la política no sirve para nada y todos los políticos
sobran. Son voceros de los mercados, probablemente pagados para difundir la
maraña. La política sí sirve. Más aún, la política es la única vacuna eficaz
conocida para evitar la expansión indiscriminada de la pandemia letal de los
mercados.
Jacinda Ardern es
la mejor demostración.
Recomendación.-
Oigan, si no leen puntualmente
todas las mañanas el blog “Metiendo bulla”, descarten ustedes la idea ficticia
de estar bien informados. Miren, como botón de muestra, lo que viene esta misma
mañana: http://lopezbulla.blogspot.com/2020/10/hablamos-de-geopolitica-desde-atenas.html