domingo, 11 de octubre de 2020

EL PREMIO NOBEL Y EL BUEN TONO

 


Alice Munro (izquierda) y Margaret Atwood (foto, Shutterstock)

 

Insisto en el tema del Premio Nobel de literatura. Es un tema menor, lo sé, porque el Nobel, descontada su proyección mediática, no aspira a ser la medida de todas las cosas en literatura.

Además, lo desconozco todo sobre la obra poética de Louise Glück, a excepción de lo que dice Wikipedia y de los tres poemas publicados de ocasión, sin contar el hecho sin duda cierto de que tiene una «inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual.»

Seguro que es así. Y, a juzgar por las fotografías, puede presentarse sin desentonar en cualquier acto de sociedad que reúna a gentes ricas, pasablemente modernas y moderadamente bien pensantes.

El comité Nobel ha ignorado olímpicamente a muchas de mis autoras de culto: Virginia Woolf, Iris Murdoch, Marguerite Yourcenar, Natalia Ginzburg, Elsa Morante, Penélope Fitzgerald. Todas ellas han muerto, pero queda en pie entre nosotros Margaret Atwood, que además ha tenido recientemente un éxito de público monumental gracias a la puesta en televisión de su parábola feminista “El cuento de la criada”. Los miembros/as del comité que seleccionan las autoras premiadas solo pueden alegar en su favor, en este terreno, a Alice Munro, una de las prosas más rompedoras contra la hegemonía cultural del patriarcado. No sé por qué locura le dieron el premio a Munro: alguien les debe haber regañado severamente. “Cuando las conveniencias exigen que demos el premio a una mujer, les habrán dicho, procurad al menos que se trate de una mujer discreta, de buen tono.”

Parámetro que se ajusta al perfil de Louise Glück, una voz poética “inconfundible” sin duda, pero dudosamente universal a juzgar por las muestras conocidas. Estimo en mucho la literatura femenina y feminista, y dentro de ese ámbito Glück me parece poco representativa.