martes, 27 de octubre de 2020

LA ADORACIÓN DEL SANTO POR LA PEANA COMO PREBENDA ANEJA AL CARGO



Fred McMurray y Shirley McLaine en un fotograma de ‘El apartamento’, de Billy Wilder, 1960. (Fuente: alamy stock photo)

 

La muy reciente neoformación política de JxCat ha reaccionado con rapidez a la denuncia de acoso sexual presentada por un número no conocido de trabajadoras de dicho partido político contra el portavoz parlamentario Eduard Pujol. Este ha sido dado de baja “cautelarmente” de sus cargos y borrado del listado de militantes, y afrontará en solitario el eventual paso por estrados de su conducta impropia.

No es un tema para reírse, ni por lo demás señala a la formación, sin más, como una “colla de degenerats”. La depredación sexual masculina basada en una preeminencia jerárquica de orden económico, religioso o simplemente factual, sobre personas vulnerables, es una constante bien tipificada en las estadísticas. Se da en todas las organizaciones basadas en la jerarquía, en las iglesias y sectas religiosas, en los ejércitos, en las organizaciones políticas, en los colegios y las universidades, entre maestros y aprendices de diversos artes y oficios. Entre los griegos, era un hecho conocido y consentido la relación sexual directa entre el maestro de cualquier disciplina y su discípulo predilecto. Ese hecho que ahora nos parece repugnante era visto entonces como un simple rito de iniciación.

No lo digo para exculpar a Pujol. Todo lo contrario. A falta de datos esenciales que desconozco, me da la sensación de que su caso se sitúa en el terreno del señor Ramon de la canción con las criadas, o bien que ha llevado un paso más allá la conocida filosofía del tres por ciento: yo he hecho algo por ti, y a cambio te reclamo como compensación una ínfima parte de tu vida sexual.

Quien actúa de ese modo no suele sentir escrúpulos morales, todo es muy matter of fact. En el argot negocial del derecho romano, un do ut des. El decoro debido hace que nunca se cite de forma expresa una cláusula no baladí del contrato no escrito: “si tú te niegas a cumplir tu parte, yo me desentiendo asimismo de mis obligaciones voluntariamente asumidas hacia ti.” Pero esa cláusula de estilo, siempre sobreentendida, es una espada de Damocles pendiente sobre la segunda parte contratante, que, colocada siempre en el filo del abismo del desempleo o de la ruina de sus ilusiones, se resiste a caer en él por puro instinto de supervivencia, aceptando a cambio otros muy cuantiosos daños morales capaces de torcer su vida de forma irreversible.

Vean ustedes El apartamento, película de Billy Wilder, para percibir en todos sus matices la “estrategia de la araña” utilizada por el depredador sexual, interpretado por Fred MacMurray, y los desastres que provoca en sus víctimas.