sábado, 24 de octubre de 2020

NO SE OLVIDEN DE BRAURON

 


Niña llevando un conejo como ofrenda a Ifigenia, Museo de Brauron (fuente, Hortus Hesperidum)

 

Si ya han visto la Acrópolis de Atenas y las ruinas de Olimpia y de Festos, las columnas del templo de Sunion y los relieves funerarios del Keramikós, los restos ennegrecidos de la boca del Hades en Eleusis, y tantos otros vestigios de un esplendor cultural desvanecido para nuestra civilización posmoderna, guarden aún unas pocas horas de su próxima visita a Grecia para visitar el templo de Ártemis y el pequeño museo de Brauron, Vravrona en la transcripción actual en griego moderno.

La historia de Brauron empezó con el estropicio que marcó el inicio de la expedición a Troya. La flota no podía salir del puerto por vientos contrarios, y los augures informaron al rey Agamenón de que los dioses solo se aplacarían si les sacrificaba a su hija Ifigenia.

Ustedes saben lo que es la razón de Estado, y el peso que tiene en las decisiones políticas de los “héroes”. Ifigenia era la niña de los ojos de Agamenón, pero de todos modos decidió sacrificarla, por compromiso con los guerreros aliados que habían venido a apoyarle en su venganza contra los raptores de Helena.

Ahí entró en juego la rebeldía de la diosa feminista Ártemis, como muchos siglos más tarde aparecería el discurso subversivo de Antígona en contra de las leyes inicuas de unas ciudades regidas por varones. Ártemis capturó a una cierva, dio el cambiazo con la víctima sacrificial prevista, raptó a Ifigenia mediante una nube utilizada como cortina de humo, se la llevó a su templo de Táuride y la designó su sacerdotisa.

La ley de las mujeres, sin embargo, puede ser tan cruel como la de los varones. Ifigenia se vio en el trance de tener que sacrificar en el altar de la diosa a un extranjero errante que había transgredido los límites sagrados del templo, y reconoció en el cautivo a su hermano Orestes. Orestes huía de las Furias después de haber dado muerte a los matadores de su padre, incluida su madre Clitemnestra (la historia de los humanos es siempre así de terrible en el mundo antiguo, que es aún en alguna medida el nuestro).

Ifigenia pidió a la diosa clemencia para Orestes, y la diosa le concedió lo que pedía. Los dos hermanos transgresores regresaron juntos y a escondidas al Ática, con el encargo de levantar allí un templo a Ártemis y hacerle sacrificios.

 



El templo de Ártemis en Brauron.

 

Ese templo es Brauron, en la costa oriental del Ática. Ifigenia pasó allí el resto de su vida, y ganó fama como sanadora. Los enfermos peregrinaban a Brauron con ofrendas para obtener su curación. Ifigenia creó, además, una escuela para niñas, a las que enseñaba costura, rudimentos de medicina y otras artes con el fin de que fueran útiles a la sociedad en la que vivían. Cuando una mujer moría de parto, los parientes tenían por costumbre donar todos sus vestidos a la escuela de Brauron, que los reciclaba de distintas maneras.

A su muerte, Ifigenia fue enterrada en el recinto sagrado, a la sombra de un árbol frondoso, y desde entonces se convirtió en una eficaz mediadora entre el mundo de aquí abajo y el “otro” mundo de ultratumba.

El trasfondo cultural de Brauron, entonces, es inequívocamente helénico, pero no el de los héroes, sino el de los dolientes que acudían allí con la esperanza de recuperar la salud, llevando seres vivos como ofrenda ─conejos, cabritos, palomas─, y dejando después, en agradecimiento por los favores recibidos, ex votos esculpidos en piedra, en los que no aparece el estilo sublime de un Fidias al retratar a Zeus, a Heracles o a Atenea, sino las formas sencillas y desprovistas de majestad de niños, ancianos y mujeres.

Ese punto de vista particular, la otra cara de la moneda griega por así decirlo, da un encanto especial al Museo de Brauron, que además exhibe algunos relieves asombrosos, de una calidad artística no inferior a la de los más conocidos y reproducidos en las guías. No olviden Brauron cuando, superada por fin la alarma actual, vengan la próxima vez a visitar Grecia.

 


Niño con un pato, Museo de Brauron.