sábado, 10 de octubre de 2020

LOUISE GLUCK Y TODAS LAS DEMÁS

 

Louise Elizabeth Glück (fuente, BBC)


El Premio Nobel de Literatura es como es, y hay que aceptarlo así. Hace unos años se produjo un revuelo en el seno de la Academia sueca, con oscuras resonancias de machismo y tráfico de influencias. Hubo dimisiones voluntarias primero, y otras más o menos forzadas después. Se hizo borrón y cuenta nueva y el comité renovado del Premio por antonomasia se dedicó de inmediato a volver por donde solía. 

El tema es trivial. Si un certamen literario se rige por una idea central de corrección política, los resultados serán estimables desde dicho punto de vista, pero es improbable que den una idea cabal de la excelencia literaria del trabajo premiado.

La excelencia literaria, por otra parte, es un concepto dudoso, que es necesario manejar con pinzas. Uno puede estar bastante seguro en casos como los de Tolstoi, Proust, Galdós, que fueron desechados o ignorados en su momento por la Academia sueca; pero si sigue por ese camino, acabará por perderse en la casuística. Sencillamente, de los escritores contemporáneos de uno y otro sexo que leemos, admiramos y amamos, una pequeña minoría ha sido agraciada con un Nobel, y una amplia mayoría, no. Los méritos para ser incluidos en la lista grande han sido muchos en todos los casos, mientras que el galardón ha recaído en unas personas y no en otras por circunstancias ajenas al hecho literario en sí, a su repercusión en la historia de la literatura, a la admiración que han despertado en amplias capas de la población lectora, a su carácter de portavoces o de adelantados, de maestros o de profetas.

Este año el premio ha recaído en una mujer neoyorquina, poeta. Me parece muy bien, vaya eso por delante. El único pero que se le puede oponer es lo de neoyorquina. Según los inputs con que se ceban los pronósticos, está llegando ya el momento de premiar a una mujer africana de color. (Ha habido, sin embargo, premiadas de color pero no africanas, como Toni Morrison, y africanas pero no de color como Nadine Gordimer.)

El reto de encontrar ese “mirlo blanco” de color queda para otro año. La agraciada en 2020 ha sido Louise Elizabeth Glück, mujer, blanca, poeta. Enhorabuena. No la conocíamos nadie, algo aprenderemos de ella, empezando por esas antologías apresuradas de dos o tres poemas, publicadas en los periódicos.

Según el secretario que anunció la decisión del comité Nobel, Louise ha sido elegida “por su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual.”

─¡La gallina! ─gritó en ese momento la señora baronesa, que creyó que se trataba de una adivinanza.