jueves, 8 de octubre de 2020

LA LOCA DE LA CASA

 


Ana Pastor pidiendo la dimisión del ministro Illa en la Comisión de Sanidad. La portavoz del PP alegó que Illa “ha perdido la razón”. (Fuente: ConSalud.com)

 

La loca a la que me refiero no es la imaginación, sino la Ayuso.

Ni siquiera la Ayuso, porque no es más que la boca de ganso por la que vierten su doctrina las grandes mentes de nuestra derecha eterna. Nuestra derecha eterna ha perdido la razón, y el “como sea”, el “por lo civil o por lo criminal”, con el que intenta derribar al gobierno de progreso, ha desbordado los cauces consuetudinarios y se plantea como el peligro público número uno para el país.

Se ha repetido hasta la saciedad que España es el único país europeo en el que la oposición no arropa al gobierno en la actual macro crisis sanitaria, sino, muy al contrario, intenta exacerbarla para sus propios fines.

En esta actitud desleal de la oposición, se han traspasado ya líneas rojas muy delicadas.

La Comunidad de Madrid ha utilizado de forma sesgada, en su forcejeo contra el gobierno central, la artillería pesada de los medios incondicionales y de las instituciones del poder judicial, llevándola hasta un punto en el que su táctica ha descarrilado con estrépito. Si buscaba desestabilizar al ejecutivo, lo que ha conseguido es desestabilizar al país.

Madrid, con cotas de contagio muy altas (superiores a las que se ofrecen oficialmente, trufadas de trampas y omisiones como si las trampas y las omisiones en las cuentas no tuvieran trascendencia en la salud pública, y sí solo en el hecho de “llevar la razón” abstracta frente al rival político), Madrid puede convertirse para el puente del Pilar en un foco multiplicador de contagios en toda la Península, las islas y algún país adyacente.

Debemos al TSJ de Madrid, que se ha pronunciado a instancia de parte del gobierno de la CAM, esta posibilidad desastrosa. Ana Pastor ha culpado con desparpajo del desmadre al ministro Salvador Illa (¿ha perdido la vergüenza la señora Pastor? Hubo un tiempo en que la tenía). Pero no es Illa el culpable, eso ha quedado meridianamente claro en todo el proceso. La culpa es de quienes han llegado con él a acuerdos solo para “ganar” (perder, en realidad) tiempo, y luego se han echado atrás y han llevado a tribunales amigos lo mismo que habían acordado cuarenta y ocho horas antes.

La culpa se extiende a los tribunales que han bailado el agua a esa actitud caprichosa, pugnaz e irresponsable, a pesar de que hay de por medio vidas humanas (“un 1% no puede condicionar al 99% restante”, ha dicho Ayuso por su boquita de piñón confitado), por no hablar de secuelas penosas para las personas que superen la enfermedad a la que se ven expuestas.

Ante una situación tan objetivamente alarmante, lo que procede en un gobierno responsable es declarar el estado de alarma. No debe temblarle el pulso en este momento.

Y en función de las circunstancias que se presenten después, si al forcejeo táctico anterior sucediera un órdago a la grande, conviene examinar la posibilidad de una eventual aplicación del artículo 155 de la Constitución para la CAM.

Madrid se merece un buen gobierno, no un gobierno basura como el actual.