Ana Pastor pidiendo la dimisión
del ministro Illa en la Comisión de Sanidad. La portavoz del PP alegó que Illa “ha
perdido la razón”. (Fuente: ConSalud.com)
La loca a la que me
refiero no es la imaginación, sino la Ayuso.
Ni siquiera la
Ayuso, porque no es más que la boca de ganso por la que vierten su doctrina las
grandes mentes de nuestra derecha eterna. Nuestra derecha eterna ha perdido la
razón, y el “como sea”, el “por lo civil o por lo criminal”, con el que intenta
derribar al gobierno de progreso, ha desbordado los cauces consuetudinarios y
se plantea como el peligro público número uno para el país.
Se ha repetido
hasta la saciedad que España es el único país europeo en el que la oposición no
arropa al gobierno en la actual macro crisis sanitaria, sino, muy al contrario,
intenta exacerbarla para sus propios fines.
En esta actitud
desleal de la oposición, se han traspasado ya líneas rojas muy delicadas.
La Comunidad de
Madrid ha utilizado de forma sesgada, en su forcejeo contra el gobierno central,
la artillería pesada de los medios incondicionales y de las instituciones del
poder judicial, llevándola hasta un punto en el que su táctica ha descarrilado
con estrépito. Si buscaba desestabilizar al ejecutivo, lo que ha conseguido es
desestabilizar al país.
Madrid, con cotas
de contagio muy altas (superiores a las que se ofrecen oficialmente, trufadas
de trampas y omisiones como si las trampas y las omisiones en las cuentas no
tuvieran trascendencia en la salud pública, y sí solo en el hecho de “llevar la
razón” abstracta frente al rival político), Madrid puede convertirse para el
puente del Pilar en un foco multiplicador de contagios en toda la Península,
las islas y algún país adyacente.
Debemos al TSJ de
Madrid, que se ha pronunciado a instancia de parte del gobierno de la CAM, esta
posibilidad desastrosa. Ana Pastor ha culpado con desparpajo del desmadre al
ministro Salvador Illa (¿ha perdido la vergüenza la señora Pastor? Hubo un
tiempo en que la tenía). Pero no es Illa el culpable, eso ha quedado
meridianamente claro en todo el proceso. La culpa es de quienes han llegado con
él a acuerdos solo para “ganar” (perder, en realidad) tiempo, y luego se han
echado atrás y han llevado a tribunales amigos lo mismo que habían acordado
cuarenta y ocho horas antes.
La culpa se extiende
a los tribunales que han bailado el agua a esa actitud caprichosa, pugnaz e
irresponsable, a pesar de que hay de por medio vidas humanas (“un 1% no puede
condicionar al 99% restante”, ha dicho Ayuso por su boquita de piñón confitado),
por no hablar de secuelas penosas para las personas que superen la enfermedad a
la que se ven expuestas.
Ante una situación tan
objetivamente alarmante, lo que procede en un gobierno responsable es declarar
el estado de alarma. No debe temblarle el pulso en este momento.
Y en función de las
circunstancias que se presenten después, si al forcejeo táctico anterior
sucediera un órdago a la grande, conviene examinar la posibilidad de una
eventual aplicación del artículo 155 de la Constitución para la CAM.
Madrid se merece un
buen gobierno, no un gobierno basura como el actual.