jueves, 15 de octubre de 2020

REPARACIONES MORALES


 

El ‘Titanic’ pasando por algunos apurillos judiciales de poca monta. Fotograma de la película de James Cameron (Fox-Paramount 1997).

 

Siempre predispuesto al optimismo, don Mariano, que lo fue todo en este país sembrado de ingratos, y que volvería a cruzar con gusto y espíritu de sacrificio, en sentido contrario, la puerta giratoria que le devolviera a la función pública desde su bien ganado retiro como registrador de la propiedad; don Mariano, pues ─nada que ver con el “M.Rajoy” de los apuntes contables garabateados con insolvencia por “ese señor que usted me dice”─, considera que la sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso Gürtel ha sido «una reparación moral» para él.

El Alto Tribunal ha reconocido ─hay que saber leer entre líneas─ su inocencia fundamental en particular, y la de su partido en general. Hubo desaprensivos que se lucraron, sí, pero se trató de esa clase de eventos consuetudinarios que tienden a acontecer cotidianamente en la rúa. Nada que ver con el elevado tono patriótico de una gestión infatigable como la suya y la de sus estimados compañeros en la brega por una Marca España mejor.

A este hombre le das una hostia por la calle y te da las más rendidas gracias.

─Es usted un hombre razonable, Rodríguez. Le honra esa actitud dialogante, veo brotes verdes para ir poniendo a punto una tercera reforma laboral, dada su leal predisposición a colaborar ─me diría mientras volvía a colocar con esmero, en su lugar detrás de la nariz, las gafas caídas al suelo debido al sopapo.

Quien no tiene aún la reparación moral que ansía es Quim Torra, ese otro gigante de nuestra política menuda. Ha conseguido ya el finiquito por el que suspiraba durante su estancia en la Casa dels Canonges, y una pensión pasable; ha abierto (nadie sabe para qué) despacho en su amada Girona, y se frota las manos en el umbral de un porvenir rosado.

Pero le falta la reparación moral debida. Por ello exige a Pedro Sánchez que pida perdón públicamente por haber fusilado a Lluís Companys.

Es de justicia elemental. Dirán ustedes que Sánchez no tuvo nada que ver con el fusilamiento. ¿Ah, no? Profundicen un poco en la cuestión: él fue el inductor moral.

Dos talantes contrapuestos, Torra y Rajoy. Dos formas muy distintas pero curiosamente simétricas de entender las reparaciones morales.