miércoles, 28 de octubre de 2020

EL ARRULLO AMENAZADO DE LAS TÓRTOLAS


Pareja de tórtolas (fuente, elDiario.es)

 

Indiqué hace un par de años, en este mismo “blog-balance-personal-de-cuentas-pendientes”, que uno de los elementos que hacían reconocible para mí una patria particular es el canto de las tórtolas al despuntar el día (1). Ese sonido me llega diariamente aquí en Egáleo, donde las tórtolas ocupan sin complejos las calles y su revoloteo de árbol en árbol es un espectáculo cotidiano; pero también durante la pasada primavera de confinamiento en Barcelona, la pacificación del tránsito rodado y el menor alboroto en las calles desiertas del Eixample permitieron que se acomodaran algunos ejemplares en el interior de nuestra manzana. Carmen puso en un rincón de la terraza montoncitos de alpiste, y desde ese momento las tórtolas agradecidas vinieron a visitarnos. Son pájaros de formas aerodinámicas, plumaje vistoso de un color gris perla, y vuelo elegante. Un paradigma de civilización y armonía del género humano con la naturaleza a la que pertenece.

Ahora la vicepresidenta cuarta del gobierno Teresa Ribera se dispone a prohibir su caza en España, con base en la declaración europea de la Streptopelia turtur como especie protegida dada su especial vulnerabilidad. La Real Federación Española de Caza ha calificado de desleal la iniciativa de Ribera.

Desleal, ¿a qué exactamente? En los últimos años los cazadores le han dado gusto al gatillo abatiendo una media cercana a los 800.000 ejemplares anuales. El censo de tórtolas europeas ha quedado reducido al 40% del existente en los primeros años del siglo.

Ribera ya había incurrido en las iras de la Federación al prohibir los perdigones de plomo que se abatían como un vendaval sobre los humedales, envenenando las aguas y matando a las especies que dependen de ellas. Se trata en ambos casos de directivas europeas, y está en marcha un expediente sancionador a España por hacer caso omiso en años anteriores de tales limitaciones. La culpa de la omisión recae en los gobiernos autonómicos (salvo muy honrosas excepciones), a los que corresponde elaborar las directivas correspondientes. No es un caso aislado este desentenderse de sus competencias por parte de las autonomías, que solo despiertan de su sopor rutinario para reclamar más financiación del gobierno central.

En este país somos grandes amantes de la naturaleza: la caza y los toros son los dos indicadores por excelencia de ese amor un tanto siniestro. Aquiles, según cuenta Homero en la Ilíada, se enamoró de Pentesilea, reina de las amazonas, en el momento mismo de atravesarla de parte a parte con su lanza. Aquiles podía haber sido español. Aquí el amor parece exigir el exterminio del ser amado. La base filosófica de una norma de conducta tan reiterada puede ser un sentimiento trágico de la vida, como apuntó Unamuno, o la idea faraónica de que el soberano se instala en su tumba con todas sus posesiones, de modo que el mundo y la variedad de la naturaleza se transforman en su entorno hasta quedar reducidas a un mausoleo cerrado que solo contiene cadáveres embalsamados.

Post-data.- Este post lleva post-data porque hace el número 2000 de mi blog; la cifra no tiene más significado que el de su mismo volumen, pero invita a una celebración con mis lectores. Lo previsible es que el número de entradas no crezca mucho más, de modo que os invito a brindar juntos por el éxito de haber llegado por lo menos hasta aquí.

 

(1) Ver http://vamosapollas.blogspot.com/2019/05/tortolas.html