viernes, 23 de octubre de 2020

NO ES TIEMPO PARA APOSTOLES

 


Bartolomé Esteban Murillo, ‘Conversión de san Pablo’, Museo del Prado.

 

En tiempos de los santos apostoles

había unos hombres tan barbaros

que se subían a los arboles

y se comían a los pajaros.

(POPULAR)

 

La moción de censura ha deparado a nuestra pareja particular de santos apostoles una suerte desigual, si bien adversa en ambos casos. El santo apóstol Pablo tuvo un tropezón de cuidado que no le impedirá, no obstante y según todos los pronósticos, proseguir su camino a Damasco.

Al santo apóstol Santiago, en cambio, no cabe duda de que con la moción le han fabricado un sepulcro a medida.

¿Qué se esperaba ese hombre? Salió de sobrado, echando venablos por la boca y atizando estopa a todo lo que se movía, amigo o enemigo. Fue correspondido en la misma medida. No había imaginado, ha dicho, un ataque tan personal de su colega, a pesar de que le había tratado de calzonazos. “Hasta aquí”, vino a ser la respuesta del apóstol Pablo.

Los medios adictos a bronca se han apresurado a declarar a Casado ganador de la moción de censura. Es siempre la misma miopía: solo ven lo que quieren ver. Casado no ganó nada en el debate, se limitó a sofocar un motín a bordo. Él es el boss en el OK Corral, pero en Tombstone no es nadie.

El gobierno de progreso ganó en el relato, en el discurso contenido con el que orilló la trampa saducea, y en la imagen de serenidad y solvencia. El portavoz del PNV se equivocó al considerar aquello una “patochada”: el respeto a la sede de la soberanía nacional ha de defenderse en toda ocasión con las armas de la palabra y de la pedagogía, no con el menosprecio.

Me enamoró en particular la intervención de Aina Vidal (nadie olvide que Abascal la calificó de “florero del macho alfa”, hay pequeñas infamias que definen a un personaje mejor que la bandera en la que se envuelven). Aina nos recordó la situación en la que nos encontrábamos diez meses atrás, cuando ella hubo de interrumpir un tratamiento médico para estar presente en el hemiciclo porque su voto era indispensable. Y habló, no solo de la responsabilidad en el ejercicio de un mandato público, sino además de la vida, de la libertad, de ser dueños de nuestros propios miedos, de la alegría, del amor.

Ese es el perfume de la política auténtica, desconfíen de las imitaciones. Por ese camino y con esa fuerza interior vamos ahora a la aprobación de los presupuestos y a la elección justa y proporcionada del poder judicial que nos merecemos y nos están hurtando los apostoles y sus lesmes.