miércoles, 30 de diciembre de 2015

CRÍTICOS VISCERALES


Según el enseñante y escritor francés Daniel Pennac, una de las características fundamentales de la lectura es que se trata de un placer, y en consecuencia a nadie se le ha de obligar a terminar un libro que no le gusta. No importan el libro ni las circunstancias, no debe haber excepciones a esa regla.
Gog, el personaje creado por Giovanni Papini, decidió un día culturizarse y pidió a un asesor competente que le preparara un listado de las obras literarias indispensables de todos los tiempos. Cuando las leyó, no daba crédito. ¡Aquello era basura! No recuerdo la mayoría de sus juicios sumarísimos (al lector adolescente que fui yo, “Gog” no le gustó nada; no puedo compulsar la cita, el libro debe de andar perdido en algún cajón de algún trastero), pero sí uno de ellos, referido a Don Quijote de la Mancha: «Un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas.» Casi inmejorable, como tuit.
Leo en elpais.com opiniones parecidas de jóvenes, en la mayoría de los casos obligados por sus maestros a leer cimas literarias y valorarlas. No se cortan un pelo. Algunos ejemplos:
Gagandeep Kaur  (sobre la Odisea): No me gustó el libro porque es confuso. No está en orden cronológico. Hay flashbacks por todas partes. Está escrito con forma de poema épico. Además, las palabras del libro son de hace mucho y difíciles de entender.
Hay un esfuerzo en este caso por ser objetivo y tocar aspectos técnicos. Otros críticos se preocupan por la salud mental del autor.
Vahagn Tumayan (sobre la Divina Comedia):  No puedo ni imaginar qué pasaba por la cabeza de Dante cuando escribió todas esas torturas. Mi teoría personal es que tenía un desorden mental grave.
Algunos se dedican a una reclasificación urgente.
Dawn (sobre Don Quijote): Nuestro hombre de la Mancha está simplemente sobrevalorado. Leedlo otra vez y sed sinceros. ¡Sabéis que está sobrevalorado!
Otros tiran de sarcasmo.
Bonnie Hansley (sobre Hamlet): Todo el mundo muere por motivos estúpidos.
Wendy (sobre Guerra y paz): ¿Cuántos árboles han tenido que morir para que se imprimiera este libro?
Collin (sobre Cien años de soledad): Estoy seguro de que el autor se inventa estas chorradas a medida que escribe.
Y finalmente, a algunos la lectura acaba por provocarles un ataque de nervios.
Amanda (sobre Ulysses): No puedo insistir lo suficiente en lo mucho que odio a James Joyce por existir.
Del ramillete de opiniones perfectamente respetables aquí expuesto, solo puede extraerse una certeza, siquiera sea aproximativa: es más fácil y descansado ejercer de crítico, que de autor.