lunes, 14 de diciembre de 2015

LA ERÓTICA DEL VOTO


Puede que el 20D signifique una nueva política, o que traiga más de lo mismo; pero algo ha cambiado ya en el panorama político nacional. Los signos mediáticos son múltiples. Javier Aristu lo ha detectado con su agudeza habitual para estos fenómenos, y lanza una advertencia saludable sobre los tiempos largos de la política (1).
Tiene toda la razón, desde luego, pero en cuanto a la campaña misma como fenómeno mediático, cabe decir algo más. A saber, que el personal (evito decir “la gente”, dado que se ha convertido en un término político significativo y acotado) se está divirtiendo como nunca en esta precisa campaña. Los memes sirven de termómetro de una opinión que se expresa, sobre todo, con un ánimo jocoso. Si los políticos antes nos aburrían o nos fastidiaban, y ahora se convierten en motivo de chistes gráficos y chascarrillos, algo ha cambiado en nuestra percepción de la política. Y eso es tendencialmente importante.
Quizás el personal (la gente) ha dejado de conformarse con ser espectadora pasiva de las ceremonias de palacio. Se me ocurren dos razones para ello: que se siente más implicada en la marcha del país (¡ojalá!), o simplemente que se ha enganchado al culebrón y tiene curiosidad por saber cómo acaba. En uno u otro caso, la actitud del votante es lúdica y juguetona; los sondeos sucesivos dan fe de unos vaivenes tan acusados como no se habían dado nunca antes. Manuel Rivas lo expresa así en su columna de El País: «Lo erótico de esta campaña es que gran parte de los votos disfrutan con la infidelidad. La demoscopia se vuelve loca. Las encuestas se hacen viejas de un día para otro.»
Y esa situación peculiar del electorado podría (solo digo “podría”, nadie me obligue a poner la mano en el fuego) propiciar un vuelco, parcial o no tan parcial, de las expectativas razonables de composición del nuevo parlamento. La imagen de Mariano Rajoy viendo el debate a cuatro por la tele desde Doñana con unas cervezas sobre la mesa ha hecho más daño al PP que la corrupción. La corrupción se daba por descontada, la falta de percepción de la importancia de una comparecencia pública le ha atraído la chacota del votante. No es probable que el resbalón se remedie en el cara a cara con Pedro Sánchez, porque la gente tiene interés precisamente en ver cómo se codea la “casta” con los “nuevos”, y no en un debate bipolar acartonado, percibido como “vieja política”.
Elijo un tuit como ejemplo de esta actitud (pero lo cito de memoria, disculpen la infidelidad del texto, no de la idea): «Cristiano Ronaldo ha demostrado ser el mejor futbolista del mundo, contra el Malmö. Contra el Barcelona, enviará a Soraya Sáenz de Santamaría.»
Rivas predice, tan solo como posibilidad, pero como posibilidad “viva” y eficiente, el triunfo del underdog, del perdedor (2). La vida te da sorpresas..., como se canta en Mackie el Navaja.