jueves, 17 de diciembre de 2015

UN PUÑETAZO NO ES UN ARGUMENTO


Habrá que explicar a ese muchacho de Pontevedra que apuñeó a Mariano Rajoy durante su recorrido callejero programado para la campaña electoral, que lo único positivo que tiene su gesto es la demostración “en negativo” de que, mal que bien, vivimos en democracia. En democracia son posibles, ya que no deseables, estas cosas; con Franco, no pasaban. Con Franco, una intentona de este género (porque habría quedado reducida a una intentona; los espesos y multiplicados cordones de seguridad que protegían al dictador habrían detenido al potencial agresor mucho antes de que tuviera a su objetivo al alcance del brazo extendido) le habría valido un consejo de guerra y previsiblemente un fusilamiento al amanecer.
Pero habrá que explicarle también a ese muchacho que su puñetazo nos ha dolido sobre todo a los que creemos en la política y no queremos a Mariano Rajoy. A quienes creemos que los puñetazos no son argumentos y mucho menos soluciones, y nos esforzamos en trabajar para obtener una cosecha de votos de regadío que empuje las cosas en una dirección distinta de la actual, abierta a otras realidades y alejada de la bronca.
A quienes sentimos que ciertamente algunos políticos no nos representan, pero un puñetazo nos representa todavía menos.