martes, 14 de febrero de 2017

ESPLÉNDIDO MUNDO NUEVO


Los tres pilares del mundo nuevo que se está constituyendo delante de nuestros ojos son la innovación tecnológica, la mundialización de la economía y la sostenibilidad como límite último e imprescindible del desarrollo. Entre los tres conforman un marco que debe presidir tanto las decisiones como las relaciones entre los distintos sujetos económicos que concurren en un “libre” mercado que de libre tiene cada vez menos, en la medida en que las interdependencias van ocupando espacios cada vez mayores y más decisivos.
Pero estos nuevos puntos cardinales de un mundo en rápida evolución no tienen un carácter regresivo ni coartador de libertades antes bien establecidas y asentadas. Quien recorta no es el marco, sino el designio de quien detenta el poder legal o fáctico. En sí mismos, los tres pilares ofrecen espléndidas oportunidades a la humanidad para avanzar en el proceso secular de liberación del “reino de la necesidad” y de humanización, para emplear el razonamiento dialéctico de Carlos Marx, que sostuvo la idea audaz de que la humanidad no nace sino que se hace, a través de una práctica exigente y lúcida.
Por esa razón encabezo este ejercicio de redacción con las palabras de Miranda, en el quinto acto de La tempestad, de William Shakespeare.
La bella Miranda y su enamorado Fernando, náufrago en la isla que ella habita, se han refugiado en una cueva y juegan al ajedrez: un planteamiento bien extraño de la escena, seguramente simbólico, por parte del dramaturgo. Ella insinúa que él le está haciendo trampas, Fernando jura “por lo que vale el mundo” que jamás la engañaría, y Miranda retruca que por su parte ella no solo le permitiría hacer trampas sino que juraría ante una veintena de reinados que ha sido juego limpio.
En ese momento entran en la cueva guiados por Próspero, el deus ex machina de la trama, Alonso, rey de Nápoles y padre de Fernando, que lo creía ahogado en el naufragio, y otros miembros de su séquito. Miranda se asombra al ver sus ricos vestidos y porte majestuoso: «¡Oh prodigio! ¡Qué arrogantes criaturas son estas! ¡Bella humanidad! ¡Oh espléndido mundo nuevo, que tales gentes produce!»
He utilizado la traducción canónica de don Luis Astrana Marín, en la edición de las Obras completas de Aguilar. Fin de la cita, y vuelvo al inicio de mi razonamiento. Nuestro mundo nuevo también es espléndido, por más que peligroso y propicio a los naufragios. «No tengáis miedo de lo nuevo», recomendó el sindicalista italiano Luciano Lama, y otro sindicalista, José Luis López Bulla, ha recogido la cita y la ha colocado en el frontispicio de un libro, de aparición inminente, que bien podría ser incluido en el género – casi inédito – de la autoayuda sindical.
El consejo es perentorio. Negar el mundo nuevo es renunciar a luchar por las oportunidades espléndidas que ofrece. Refugiarse en las viejas certezas no sirve de nada, desde el momento en que tales certezas ya no funcionan. El único camino para avanzar es, con prisa pero con pausa, ir concretando un proyecto sindical y político sólido y novedoso, capaz de afrontar los desafíos del mundo nuevo ajustándose al marco inamovible delimitado por los tres pilares que he citado al principio: innovación tecnológica, mundialización y desarrollo sostenible. Ahí está el quid.