viernes, 3 de febrero de 2017

LA PATRONAL BANCARIA NO QUIERE PROBLEMAS


José María Roldán, presidente de la patronal bancaria AEB, ha criticado en el curso de un desayuno informativo la postura del Tribunal Europeo sobre las cláusulas suelo de las hipotecas, con el argumento de que “se están creando problemas donde no los había”.
Es conmovedora la visión rigurosamente unilateral del capitoste bancario. No había problemas para la banca, en efecto, ni para ese sistema hipotecario que piropeó como “el más garantista de Europa” y uno de los más baratos, “solo detrás de Suiza y Japón”. Había en cambio problemas, reconózcalo, señor Roldán, con los hipotecados que, sin culpa apreciable en el tremendo revés económico ocurrido en los últimos años, en el que “alguna” implicación ha tenido la banca, perdieron primero su trabajo, luego su vivienda por no poder pagar los plazos de la hipoteca, y finalmente se vieron obligados a seguir reembolsando la deuda porque la garantía inmobiliaria no cubría el principal. Un sistema excelente, sin duda, si solo se considera a una de las partes del contrato. Visto desde la óptica de la contraparte, una ruina.
Probablemente las cuitas de los hipotecados no entran para Roldán en la categoría de problemas; son en todo caso problemillas, pelillos a la mar, cosa de poca sustancia. Verse con los muebles y los parientes en la calle no es argumento de peso contra un sistema que funciona tan bien. Conviene advertir que 126 ejecutivos bancarios españoles cobran entre salario e incentivos más de un millón de euros al año; la media, de hecho, supera para los 126 los 2,2 millones; la señora Botín ingresa cantidades por encima de los 9 millones.
Imagino que José María Roldán es uno de los 126. No tengo pruebas al respecto, lo reconozco; solo intuyo que una patronal tan fardona como la bancaria no colocaría en la presidencia a un pelagatos de los de tres cuartos de quilo. Algunos cofrades se sonrojarían, en las reuniones del plenario.
Entonces, convengamos en que el presidente tiene el riñón bien forrado. Esa circunstancia proporciona cierto aplomo en la consideración global de los problemas sociales. Aplomo, he dicho. Otros lo llaman cuajo. Una noticia de septiembre del año pasado indicaba que, de los 51.300 millones aportados por el Estado (es decir, por los contribuyentes) para el rescate de la banca, solo habían sido reembolsados hasta el momento 2.686 millones, el 5%.
Imaginen que reclamamos el 95% restante, con el Tribunal Europeo por delante, con plazos estrictos, con intereses de demora, con sentencias ejecutivas, y el banco que no reintegre su deuda completa, a la puta calle. El señor Roldán se escandalizaría. Imagino sus palabras: “Estamos creando problemas donde no los había.”