José María Roldán,
presidente de la patronal bancaria AEB, ha criticado en el curso de un desayuno
informativo la postura del Tribunal Europeo sobre las cláusulas suelo de las
hipotecas, con el argumento de que “se están creando problemas donde no los
había”.
Es conmovedora la visión
rigurosamente unilateral del capitoste bancario. No había problemas para la
banca, en efecto, ni para ese sistema hipotecario que piropeó como “el más
garantista de Europa” y uno de los más baratos, “solo detrás de Suiza y Japón”.
Había en cambio problemas, reconózcalo, señor Roldán, con los hipotecados que,
sin culpa apreciable en el tremendo revés económico ocurrido en los últimos años, en
el que “alguna” implicación ha tenido la banca, perdieron primero su trabajo,
luego su vivienda por no poder pagar los plazos de la hipoteca, y finalmente se
vieron obligados a seguir reembolsando la deuda porque la garantía inmobiliaria
no cubría el principal. Un sistema excelente, sin duda, si solo se considera a
una de las partes del contrato. Visto desde la óptica de la contraparte, una
ruina.
Probablemente las
cuitas de los hipotecados no entran para Roldán en la categoría de problemas; son
en todo caso problemillas, pelillos a la mar, cosa de poca sustancia. Verse con
los muebles y los parientes en la calle no es argumento de peso contra un
sistema que funciona tan bien. Conviene advertir que 126 ejecutivos bancarios españoles
cobran entre salario e incentivos más de un millón de euros al año; la media,
de hecho, supera para los 126 los 2,2 millones; la señora Botín ingresa
cantidades por encima de los 9 millones.
Imagino que José
María Roldán es uno de los 126. No tengo pruebas al respecto, lo reconozco; solo
intuyo que una patronal tan fardona como la bancaria no colocaría en la
presidencia a un pelagatos de los de tres cuartos de quilo. Algunos cofrades se
sonrojarían, en las reuniones del plenario.
Entonces,
convengamos en que el presidente tiene el riñón bien forrado. Esa circunstancia
proporciona cierto aplomo en la consideración global de los problemas sociales.
Aplomo, he dicho. Otros lo llaman cuajo. Una noticia de septiembre del año
pasado indicaba que, de los 51.300 millones aportados por el Estado (es decir,
por los contribuyentes) para el rescate de la banca, solo habían sido reembolsados
hasta el momento 2.686 millones, el 5%.
Imaginen que reclamamos
el 95% restante, con el Tribunal Europeo por delante, con plazos estrictos, con
intereses de demora, con sentencias ejecutivas, y el banco que no reintegre su
deuda completa, a la puta calle. El señor Roldán se escandalizaría. Imagino sus
palabras: “Estamos creando problemas donde no los había.”