jueves, 16 de febrero de 2017

LA REPRESENTACIÓN NUMÉRICA DEL MUNDO


En una alocución histórica, Winston Churchill ofreció a la Gran Bretaña en guerra “sangre, sudor y lágrimas” como remedio para salir del atolladero. Churchill era un antiguo. Los gurús de hoy prescinden en absoluto en sus recetas de tales líquidos corporales, y de otros aún. Ejemplo, Luis María Linde, director del Banco de España y sin la menor duda uno de esos 126 bancarios españoles que cobran por encima del millón de euros al año; muy probablemente dobla o triplica la cantidad, y mira por encima del hombro a la tropa del quilo justito.
Linde ha encontrado el remedio infalible para el problema de las pensiones: retrasar la edad legal de la jubilación. Que la gente alargue su vida laboral y acorte la etapa de pensionista. Puede parecer una solución sencilla, pero tiene su mérito: hacía falta caer en la cuenta.
– Es que no hay trabajo suficiente, señor Linde.
Vamos por partes. Ese es otro problema y se abordará en su momento. Los problemas, de uno en uno y sin amontonarse.
Algo parecido le ocurrió hace algunos años a George Bush Jr. Ante una plaga de incendios forestales en el Oeste de los Estados Unidos, sugirió como remedio talar los bosques.
– El remedio es peor que la enfermedad, señor presidente.
Todo son quejas. La ciudadanía es insaciable.
En un libro memorable, El espíritu de Filadelfia, el profesor francés Alain Supiot ha calificado de autista la actitud de los tecnócratas que enmascaran la realidad cruda de las cosas y sustituyen el mundo como es por una representación numérica que tiene para ellos la ventaja, precisamente, de obviar la sangre, el sudor y las lágrimas con las que se amasa todos los días el pan de los pobres. La ciencia de la estadística ofrece a sus cultivadores soluciones redondas y abstractas, que son susceptibles además de pequeñas manipulaciones de conveniencia. Supiot describe así el método: «… inventan las categorías que describen, recurriendo a convenciones de equivalencia que reducen a una misma cantidad situaciones diferentes. La acción se orienta entonces a la mejora de puntuaciones estadísticas o contables, cada vez más desconectadas de las realidades.»
Así se concreta la paradoja anticipada por Simone Weil en La condición obrera: «Las cosas desempeñan el papel de los hombres, y los hombres el papel de las cosas.» Hombres cosificados, alienados de su sangre, su sudor y sus lágrimas, reducidos a simples unidades aritméticas dócilmente alineadas en largas series nacidas del entrecruzamiento de toda clase de bases de datos.
Los tecnócratas como Linde van a tener que hacer serios esfuerzos suplementarios, sin embargo. La realidad vuelve una y otra vez, tozuda, e invade incluso el terreno aséptico de la estadística. El sociólogo Pere Jódar, en un artículo demoledor publicado en eldiario.es (1), reseña datos del indicador AROPE sobre la pobreza y/o el riesgo de exclusión en España:
Un 13,2% de los trabajadores empleados (no se cuentan los parados ni los jóvenes que no han accedido aún al mercado de trabajo) estaban en 2015 por debajo del umbral de la pobreza. Uno de cada cuatro adultos en España se encontraba en riesgo cierto de pobreza y/o exclusión; peor aún, uno de cada tres niños. Tres colectivos particularmente afectados por esa situación: los parados, los inmigrantes, las mujeres. Sangre, sudor y lágrimas.   
Por debajo del de la pobreza se sitúa otro umbral, el de la privación material severa: un 6,4% de españoles la sufre. Los jóvenes están sobrerrepresentados en este grupo social. El 11% de los hogares (5,1 millones de personas) se ven afectados por la pobreza energética; es decir, carecen de medios adecuados de calefacción en los meses de frío.
Alargar la vida laboral de las personas que padecen estas u otras condiciones tan solo un poco menos dramáticas, y recortarles no solo la cuantía de su pensión sino el derecho mismo a percibirla retrasando y endureciendo las condiciones de acceso a la misma, es, para emplear una metáfora lo más suave posible, apagar el incendio con gasolina. Pero está visto que nuestros prohombres de las finanzas no perciben la realidad que les rodea, solo atienden a los números febriles que bailotean en los terminales de sus ordenadores. El Big Data alimenta el bienestar satisfecho que ya anticipaban al percibir la turgencia sensual de sus cuentas corrientes y de sus fondos de inversión: “Albricias, otra buena añada para la economía.”
 

(1) Recomiendo la lectura atenta de todo el artículo de Pere Jódar. Ver http://www.eldiario.es/catalunyaplural/opinions/Desigualtats_6_611798823.html