Luis Alegre, uno de
los integrantes de la primera ola de Podemos, acusa en un artículo aparecido en
eldiario.es a “una camarilla” situada en torno a Pablo Iglesias de «querer
destruir el proyecto».
Poco proyecto es
ese, si se destruye con tan poco. Alegre da nombres, concreta acusaciones y se duele de que “Pablo” llame amigos «a quienes no tienen más interés que el de
mantener su posición excluyente, incluso si eso implica la destrucción de Pablo
(y, por lo tanto, de Podemos).»
La cita es literal.
Si el grado del culto a la personalidad se midiera con aparatos parecidos a los
alcoholímetros de la guardia civil de tráfico, la frase, y en particular ese “por
lo tanto”, harían saltar todos los topes.
Qué le vamos a
hacer, compañero Alegre. Baja de tu nube y constata que ese “proyecto” que
pusisteis en marcha con tanta ilusión no valía para nada desde el momento en
que no incluía ni un impulso ni un protagonismo colectivos. Todo se reducía al
parecer a lanzar a las ondas y poner en órbita a un líder mediático, un macho alfa, alguien por
desgracia no inmune al engaño, y en consecuencia susceptible de ser parasitado
por una camarilla rastrera.
No conozco a las
personas que nombras, ignoro tus razones para señalarlas y no las estoy
defendiendo. Te creo bajo palabra que están conspirando para mantener a toda
costa sus posiciones de poder y sus prerrogativas en la organización. Créeme, compañero
Alegre, no es una situación nueva en la política, hace muchos siglos que
ocurren cosas parecidas en todas las latitudes. Desde la plaza universitaria
que ocupas como profesor de filosofía, tu visión de la realidad del país está,
no diré sesgada, pero sí ladeada por un punto de vista peculiar. La filosofía,
querido, se siente capaz de explicarlo todo mediante abstracciones; pero es un
hecho que la realidad desmiente continuamente a los filósofos. Parece, incluso,
que se complace en hacerlo: revisa al respecto tus libros y tus apuntes.
“La verdad es
concreta”, tenía escrito Bertolt Brecht en un letrero colocado ante su mesa de
trabajo. Un proyecto político también debe tener un grado alto de concreción,
para ser útil en algo. Estaremos pendientes, desde las posiciones de la
izquierda plural y transversal, de lo que salga en Vistalegre 2, como parte
integrable en un proyecto político concreto de progreso necesariamente mucho
más amplio que Podemos, y no exclusivo de nadie. Hasta el momento, los inputs
que se vienen manejando para la magna cita no invitan al optimismo.