martes, 11 de diciembre de 2018

DEMOCRACIA SOLO PARA LOS NUESTROS


Se ha producido un deterioro irreversible en la cadena de mando del independentismo catalán. Artur Mas, el verdadero inventor del producto acabado, se llamó a sí mismo astuto. No recuerdo bien si el epíteto se lo adjudicó él en persona, o si, por más que la modestia no ha sido nunca una de sus cualidades, aquello fue una iniciativa de Quico Homs, su portavoz y chico para todo. Homs no era astuto, pero su candidez reflejaba magnificada la sabiduría providencial de su ídolo. Era un caso parecido al del doctor Watson, según relatan las crónicas escritas por Conan Doyle. Cuando Sherlock Holmes tenía alguna ocurrencia extravagante, a Watson se le caía literalmente la baba. Jamás se le habría ocurrido expresar las cautelas sensatas de un Sancho Panza ante los arrebatos de su amo (“Mire bien vuesa merced que no son gigantes, que son molinos”). Al revés, su reacción en una situación parecida habría consistido en exclamar: “¡Qué inteligencia prodigiosa la de este hombre, capaz de descubrir gigantes donde nosotros, comunes mortales, solo alcanzamos a ver molinos!”

Esa era exactamente la actitud mental de Quico Homs.

Después vino Carles Puigdemont, que prefirió ser su propio portavoz y asaltó los platós de TV3 para jalearse a sí mismo con cualquier motivo. En el tránsito de uno a otro perdimos a la Voz de su Amo. Fue una pérdida dolorosa; aquel susurro nos tranquilizaba al asegurarnos que todo había sido previsto y el Gran Arturo estaba escribiendo derecho con renglones torcidos. Cuando veíamos a Puchi en TV3, entrevistado tal vez por Mónica Terribas, por el contrario solo percibíamos a un majareta (dos si incluimos a Mónica) que soltaba incongruencias. Puigdemont se tomaba a sí mismo por Napoleón Bonaparte, y nosotros intuíamos ya entonces ─ correctamente ─ que acabaría en Waterloo.

Después de Puchi, han llegado Quim Torra y su portavoz Elsa Artadi. Los últimos de la fila. Los más destacados del pelotón de los torpes. Torra no ejerce de jefe de gobierno ni de líder del movimiento, ejerce de hooligan. Artadi le secunda, explicando que el consejo de ministros en Barcelona, repetidamente solicitado desde la Generalitat para aproximar posturas, es una provocación, y que no se pueden prohibir, y no se van a prohibir, las protestas.

Las protestas de los CDR están desbordando ya los límites de aquel marco de no-violencia teorizado en su día; pero no se van a impedir desde el govern porque entran dentro de la novedad de una lógica eslovena.

Cuando el presidente Sánchez interpeló a Torra acerca del corte durante quince horas de la autopista AP7, Torra no pudo contestar porque estaba en el monasterio de Montserrat cumpliendo 48 horas de ayuno en solidaridad con los presos.

Contestó en su lugar Elsa Artadi. De sus palabras se desprende, si no me equivoco, que puesto que “nosotros” somos demócratas, todo aquello que hacemos es democrático; y puesto que el gobierno de Madrid, cualquier gobierno de Madrid, nos oprime, todo aquello que haga el actual gobierno de Madrid es opresor.

La democracia ha dejado de ser el terreno de juego de todos. Ahora es una táctica que sirve solo para jalear permanentemente a los “hunos” y descalificar sin remedio a los “hotros”.

Quién iba a decirnos que llegaría el momento en que añoraríamos la prudencia de Mas y la sensatez de Puigdemont.