Laura Luelmo in memoriam
La prisión
permanente renovable no impediría la repetición de sucesos tan trágicos y tan
absurdos como la muerte de Laura. Casi al mismo tiempo se ha producido el
degollamiento de dos deportistas nórdicas en el Gran Atlas; pero también la
muerte por deshidratación de una niña en Texas, en la frontera del país al que
acudía en busca de una vida mejor. Y no hace muchos días, otra mujer, otra
persona con derechos humanos reconocidos en todas las Cartas de derechos
vigentes, optó por saltar al vacío cuando llamaban a su puerta los agentes
judiciales que venían a desahuciarla.
“Lecciones de
feminismo: ni una”, ha gritado en el Congreso una señora que entiende, al
parecer, que la culpa de la muerte de Laura la comparten las feministas, por
aspirar a lo que no se puede ni se debe, y los partidos que se han negado a
adoptar agravamientos poco justificados de las penas previstas en las leyes que
regulan el castigo a otros tipos genéricos de conductas antisociales.
La señora que ha
gritado en el Congreso sabe muy bien, de otro lado, la dificultad grave para
que en determinados estrados judiciales se admita la existencia de violencia en
una relación sexual, cuando la negativa de la víctima no ha sido patente, prolongada e indudable.
Parece en algunos casos que solo el precio de la vida sitúa a la víctima de una
agresión de género por encima de la sospecha de haber colaborado en su
desgracia. Laura pagó ese precio. No hubo violación, ha confesado su asesino, y
la cosa fue a peor.
Señora portavoz en
el Congreso: yo diría que usted, y nosotros todos los varones, y este mundo
desestructurado y abiertamente peligroso para las desigualdades de género, sí
necesitamos lecciones de feminismo. Más de una. Bastantes más.
Comuns. E
la nave va…
Rizando el rizo del
absurdo, el Parlament de Cataluña ha desautorizado la Constitución del 78 por
antidemocrática y antisocial. La moción procedía de la CUP. Todo el mundo sabe
de qué pie cojea la CUP; ninguna Constitución del mundo mundial es lo bastante
democrática y social para su manera particular de entender la democracia y la
sociedad.
Pero también han
votado a favor de esa moción los grupos de JxSí, ERC y Catalunya en Comú. En
unos ha predominado sin duda la exaltación de la travesía hacia una República
que no acaba de concretarse en el horizonte; en otros, tal vez, las ganas de
hacer algo por fin en una institución que va consumiendo los fondos del erario
sin pena ni gloria, con un trantrán limitado a las previas y a las votaciones
de procedimiento, sin ninguna legislación digna de ese nombre que llevarse a la
boca.
El hecho de que el
grupo parlamentario de Cat Comú haya votado también a favor de semejante
brindis al sol indica lo confusas que están las cosas en el barullo
organizativo intrínseco a dicha plataforma. Al parecer el problema no afectaba
únicamente a Albano Dante Fachín ni a Elisenda Alamany. Mientras se encamina hacia el
desguace definitivo la nave que en tiempos fue una opción digna y bien respaldada de
futuro para Cataluña, su actual tripulación ha utilizado mi voto y mi
representación para entonar este patético “Addio del passato”.
No volverá a
ocurrir; nuestros caminos se separan. Suscribo al cien por cien lo que dice
José Luis López Bulla en relación con los desafueros de semejante muchachada.
Pueden leerlo en http://lopezbulla.blogspot.com/2018/12/comunes-hasta-aqui-hemos-llegado.html