Ha habido nuevos
descubrimientos asombrosos en las excavaciones en la Regio V de Pompeya, el
barrio situado al norte de la ciudad sepultada, hacia la puerta llamada del
Vesubio por ser la más próxima al volcán.
Un nuevo “milagro
del tiempo detenido”, como lo llamé hace algunos meses en estas mismas páginas
(1), ha sido la aparición de un fresco de Leda con el cisne, en el muro del dormitorio
principal de la casa de un comerciante rico de vía Vesubio. La viveza del color
permanece intacta, pueden apreciarlo en la fotografía. La figura de Leda,
sorprendida por la piqueta de los arqueólogos en su intimidad larga de veinte siglos
con el cisne, tiene la misma frescura y espontaneidad con la que habría
recibido la aparición inoportuna de su marido el rey Tíndaro o Tindáreo, como
prefiere llamarlo Google.
─ Leda, querida,
¿puedes darme alguna explicación coherente de lo que estoy viendo?
─ Este bicho se me
ha echado de pronto encima, amor. Lo perseguía un águila. Yo había venido aquí
sola, a bañarme en el río Eurotas.
─ Sí, bueno, pero
¿por qué no te quitas de encima ese amasijo de plumas?
─ No sabría
explicarte, amor. Es una sensación rara, pero no desagradable.
Los expertos hablan
de erotismo y de una sensualidad refinada. Yo diría que la mirada de Leda es,
sobre todo, divertida. “¡Anda, que lo que me está pasando! Si se lo cuento a
mis amigas, de fijo creen que me lo he inventado.”
Júpiter disfrazado
de cisne se portó en la ocasión como quien era, como un gitano legítimo, y no
quiso enamorarse de la mozuela que se había llevado al río, porque tenía
marido. Para Leda, el lance tuvo consecuencias. Las historias al respecto son
bastante enrevesadas. La más autorizada por las fuentes, aunque también la más
improbable, es que la reina puso en un nidal, pasados los meses de rigor, dos
huevos gemelos, de los que salieron rompiendo el cascarón dos varones
prodigiosos, Cástor y Pólux, conocidos por la fama como los Dióscuros (Hijos de
Zeus).
No hace falta
recomendarles a ustedes, lectores, que deben tomar toda la historia a beneficio
de inventario. Las fake news también
en la antigüedad clásica eran moneda corriente, y la eventualidad de que a algunas
esposas alegres y ventaneras les sobrevengan en alguna ocasión unos gemelos que
no se parecen a su papá, tampoco es precisamente una novedad del mes pasado.
Disfruten nada más,
sin reservas mentales, del tesoro desenterrado. Seguro que Pompeya nos reserva
todavía más sorpresas bajo la espesa capa de lava y cenizas que poco a poco se
va retirando.