viernes, 7 de diciembre de 2018

LA RESURRECCIÓN DE LEDA



Ha habido nuevos descubrimientos asombrosos en las excavaciones en la Regio V de Pompeya, el barrio situado al norte de la ciudad sepultada, hacia la puerta llamada del Vesubio por ser la más próxima al volcán.

Un nuevo “milagro del tiempo detenido”, como lo llamé hace algunos meses en estas mismas páginas (1), ha sido la aparición de un fresco de Leda con el cisne, en el muro del dormitorio principal de la casa de un comerciante rico de vía Vesubio. La viveza del color permanece intacta, pueden apreciarlo en la fotografía. La figura de Leda, sorprendida por la piqueta de los arqueólogos en su intimidad larga de veinte siglos con el cisne, tiene la misma frescura y espontaneidad con la que habría recibido la aparición inoportuna de su marido el rey Tíndaro o Tindáreo, como prefiere llamarlo Google.

─ Leda, querida, ¿puedes darme alguna explicación coherente de lo que estoy viendo?

─ Este bicho se me ha echado de pronto encima, amor. Lo perseguía un águila. Yo había venido aquí sola, a bañarme en el río Eurotas.

─ Sí, bueno, pero ¿por qué no te quitas de encima ese amasijo de plumas?

─ No sabría explicarte, amor. Es una sensación rara, pero no desagradable.

Los expertos hablan de erotismo y de una sensualidad refinada. Yo diría que la mirada de Leda es, sobre todo, divertida. “¡Anda, que lo que me está pasando! Si se lo cuento a mis amigas, de fijo creen que me lo he inventado.”

Júpiter disfrazado de cisne se portó en la ocasión como quien era, como un gitano legítimo, y no quiso enamorarse de la mozuela que se había llevado al río, porque tenía marido. Para Leda, el lance tuvo consecuencias. Las historias al respecto son bastante enrevesadas. La más autorizada por las fuentes, aunque también la más improbable, es que la reina puso en un nidal, pasados los meses de rigor, dos huevos gemelos, de los que salieron rompiendo el cascarón dos varones prodigiosos, Cástor y Pólux, conocidos por la fama como los Dióscuros (Hijos de Zeus).

No hace falta recomendarles a ustedes, lectores, que deben tomar toda la historia a beneficio de inventario. Las fake news también en la antigüedad clásica eran moneda corriente, y la eventualidad de que a algunas esposas alegres y ventaneras les sobrevengan en alguna ocasión unos gemelos que no se parecen a su papá, tampoco es precisamente una novedad del mes pasado.

Disfruten nada más, sin reservas mentales, del tesoro desenterrado. Seguro que Pompeya nos reserva todavía más sorpresas bajo la espesa capa de lava y cenizas que poco a poco se va retirando.