sábado, 29 de diciembre de 2018

PROTEJAMOS A LAS FALENAS


Un dependiente de hotel vio formarse a lo lejos, mar adentro, el último tsunami de Indonesia, y avisó a los clientes con tiempo suficiente para que se pusieran a salvo.

El tsunami de la triple derecha ha barrido Andalucía y se dirige hacia nuestras costas. Conviene dar la alerta. Los destrozos están siendo ya considerables: treinta y siete leyes paralizadas, el techo del gasto social bloqueado en el Senado. Que nadie se llame a engaño; quienes vienen a galope tendido, son caballeros en caballos de Atila, y allá por donde pisan no vuelve a crecer más la hierba.

Así son y así funcionan las elites extractivas de toda laya: van por el mundo dispuestas a arramblar por principio con todo lo que puedan, y después de ellas el diluvio.

Después, el diluvio. Lo que faltaba. No va a haber donde guarecerse de la combinación entre el viejo Yavé, siempre irritado, y la nueva racionalidad de los mercados, cuya lógica última consiste en considerar a los humanos como hormigas y tratarlos como tales cuando tienen la desgracia de cruzarse en su camino.

La movida de los tres jinetes es, por supuesto, perfectamente resistible. Bastaría una modesta torre de Babel como parapeto, según señalaba yo mismo ayer mismo (1). Lo que quizá no pueda evitarse es que algunos cientos de miles de indignados voten a quienes vienes decididos a despojarles, precisamente a ellos, de sus muy escasas pertenencias. Y en cambio, les votan convencidos de que Trump, Salvini, Bolsonaro, Casado, Rivera, Aznar y/o Abascal, componen un grupo justiciero de Magníficos venidos a implantar la Justicia abstracta en contra de los pudientes.

Lo mismo les ocurre a las falenas o mariposas nocturnas. Se arriman tanto a la llama, fascinadas por su luz, que acaban con las alas quemadas.

Alertemos a las víctimas potenciales más expuestas de la inminencia del tsunami. Y protejamos a las falenas de sus propias inclinaciones peligrosas.